Psiquismo virtual

Psiquismo virtual

Por Lic. Constanza Bonelli

El auge de la era digital influye directamente tanto en la constitución del psiquismo como en la regulación de los vínculos. Todo nuestro comportamiento individual y social está afectado notablemente por el mundo virtual.  

Psiquismo virtual
Psiquismo virtual

Teniendo en cuenta que somos sujetos de la cultura, de los vínculos, de las costumbres y del imaginario social, el hecho de que cambie el orden simbólico en cualquier aspecto, inevitablemente modificará las reglas de juego previas, transformando comportamientos, ideas, emociones y lenguaje. 

El vocabulario propio del mundo virtual atraviesa tanto a “inmigrantes” como a “nativos” digitales. Prueba de ello es que no podemos ni imaginarnos no saber qué es Google, Whatsapp, Amazon, Instagram, Facebook y una lista interminable de aplicaciones, incluídas las que tienen como objetivo las citas entre personas, regulando así encuentros, relaciones, probables vínculos amorosos, como también desencuentros y profundas desilusiones.  

Las características de las redes sociales afectan el modo de vincularnos. La era digital es globalizada, rápida y en imágenes, con gratificaciones sin espera, fácilmente intercambiables y poco profundas. Incluso trae ciertas posibilidades que no podrían existir en la vida presencial. Por ejemplo el “ghosting”, que se refiere a la desaparición de alguno de los comprometidos en el encuentro web, sin explicaciones ni aviso previo, que no suele darse del mismo modo en la vida presencial. 

Todas estas nuevas inscripciones, estas nuevas experiencias, con esta nueva modalidad, crean una nueva realidad, la realidad virtual, muy diferente de la otra realidad, la no virtual, la material. Si bien ya podíamos pensar en cierto tipo de virtualidad cuando analizamos el inconsciente, esta virtualidad digital funciona de un modo novedoso que tenemos que considerar si queremos entender el comportamiento humano, con sus gratificaciones y sus malestares.  

Una diferencia sustancial entre ambas realidades es que en la virtual se pueden ficcionar identidades y desde allí construir “vínculos”. Así, el cuerpo real, sede de lo pulsional, se corre de la escena, creando una dinámica muy distinta a la que se da en la realidad material. En esta era de la sobreexposición de la imagen, del exhibicionismo, el voyeurismo, la liquidez de las relaciones, se produce una sustracción de los lazos intersubjetivos, en conductas que promueven el aislamiento y la soledad, y por ende, la violencia y la desconsideración de los demás, en una suerte de muerte de la empatía y del cuidado del otro. Se trata de una especie de descorporización de unos y otros, reducidos a mera imagen y comportamientos fantasmáticos. 

La tecnología puede llegar a causar una mezcla de fascinación y espanto. No sólo en términos de relaciones sino de posibilidades. El desarrollo de la biotecnología o la robótica con inteligencia artificial aportan muchísimo al crecimiento de la humanidad a la vez que lo condicionan. Y lamentablemente no está exento de convertirse en algo violento o perverso. 

La tecnología creada para construir redes que aproximen distancias y tiempos, paradójicamente se transforma en un factor de aislamiento, de desconexión, vigilancia y control. Los celulares y las computadoras, medios a través de los cuales muchas personas realizan tareas laborales, mediatizan constantemente las relaciones, condicionándolas. En muchos casos este tipo de tareas on line generan un uso inapropiado que puede incluso terminar en comportamientos adictivos que afectan la vida de las parejas. También es motivo de conflicto cuando la virtualidad incluye terceros, el “otro virtual”, que funcionan como intrusos de la pareja. 

Este es el nuevo malestar en la cultura que nos convoca a reflexionar. Es lo que vemos llegar como sufrimiento al consultorio y como analistas tenemos que pensar en los destinos del goce actual. La cultura organiza el devenir tanto de las represiones como de los goces, y asistimos hoy a una “sociedad del espectáculo”, de gratificaciones inmediatas y fácilmente intercambiables, del “todo vale” y “quiero más”, de la liquidez vincular y la falta de empatía total. 

Podríamos pensar que el imperio digital corre de su lugar al imperio del patriarcado convirtiéndose en el nuevo amo ante el cual se apunta a taponar las vivencias del vacío. En este orden global existente se desdibujan los límites entre lo público y lo privado, lo que complica aún más el acotamiento del goce mortífero. No estar digitalizado es claramente no existir.  

Psiquismo virtual

Lic. en Psicología UBA
 Psicoanalista APA
Mat.: 31906                                              
licbonelli@gmail.com / Ig: lic.constanzabonelli
Cel.:156-272-2973

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