Malba ya presentó su programa de exposiciones del primer semestre de 2025. La inauguración será el sábado 29 de marzo a las 17:00hs con entrada libre y gratuita, las tres exposiciones de artistas argentinos estarán abiertas al público del 30 de marzo al 31 de agosto de 2025.
A continuación te contamos un poco acerca de las exposiciones:
Xul Solar y Daniel Leber: Vuelo infinito
Del 30 de marzo al 31 de agosto de 2025 – Sala del Lago
Xul Solar y Daniel Leber: Vuelo infinito reúne a dos artistas de diferentes tiempos, unidos por su deseo de explorar los misterios del cosmos. Xul Solar (1887−1963), uno de los grandes artistas argentinos del siglo XX, fue pintor, astrólogo, estudioso de culturas y religiones, y creador de una lengua universal. Daniel Leber (n. 1988), artista contemporáneo y seguidor de Xul, comparte su vocación por el estudio de las tradiciones filosóficas y su búsqueda de lo divino en lo cotidiano.
La admiración de Leber hacia Xul subraya el impacto perdurable de su obra, en la que geometría, palabra e imágenes visionarias se fusionan para revelar un orden cósmico. Esta conexión reafirma la relevancia de las prácticas espirituales y sagradas en la búsqueda de sentido y autoconocimiento. A pesar de haber nacido con un siglo de diferencia, ambos artistas comparten la creencia en la renovación humana, la importancia de los símbolos universales y la conexión entre el mundo material y espiritual.
La exposición toma su título de una frase escrita en una pequeñísima obra de Xul Solar de marcada proporción vertical, en la que palabra e imagen revelan la aspiración del artista al ascenso y una permanente persecución de lo divino. La representación de este viaje y del encuentro e intercambio entre cielo y tierra aparece una y otra vez en la exposición y a ella se suma, fundamentalmente a través de las pinturas de Leber, la figura de la travesía en sentido horizontal: ese camino, también infinito, cuyo destino es, en realidad, conocerse a sí mismo.
En la introducción a una entrevista con Xul Solar publicada en la revista argentina El hogar en 1953, se dice: “Encerrado en las cuatro paredes de su estudio, está situado en el centro del universo”, un reducto interior que Xul demuestra que es infinito y lleno de misterios que descubrir. El mismo en que Daniel Leber busca estar presente, hallando sentidos profundos para cada acto cotidiano, con la confianza de que es así como el “universo vuelve a su estado mágico”. Con el afán de promover la continuidad de un lenguaje universal en cuya base está la búsqueda de sentido y la fraternidad, esta muestra aspira a acercarnos a la obra de dos artistas que, a través del pensamiento, del hacer y del juego, se atreven a pararse en lo que Leber llama “el borde del acantilado del misterio” y acceder así a otras realidades que se abren camino en sus imágenes. Estas comparten una aventura interior y funcionan como puentes hacia los secretos –y las posibilidades– de la humanidad.
Florencia Sadir: Yendo por dentro del agua, he llegado muerta de sed
Del 30 de marzo al 31 de agosto de 2025
Sala del Bosque
Las obras concebidas por Florencia Sadir para Malba–Puertos, traen historias de agua, tierra y cielo. El título de esta exposición surge de una copla de la cantante salteña Mariana Carrizo que revela la relación compleja que establecemos con la naturaleza, así como el vínculo estrecho que los trabajos de la artista entablan con el entorno. Desde su hogar en los Valles Calchaquíes –donde recolecta, moldea, esmalta y hornea pacientemente la arcilla hasta convertirla en cerámica, elemento fundamental de este proyecto–, Sadir da forma a una práctica escultórica que, si bien está basada en la construcción material, se concreta como una ofrenda, una invocación y una conversación con la tierra y con su tiempo. Desde la lejanía, las obras de Sadir se presentan como volúmenes simples, modulares y geométricos. Sin embargo, sus superficies dan cuenta de un proceso íntimo y manual y llevan inscritas las huellas del trabajo que realizan sobre ellas el agua, el fuego o el humo hasta expresar la voz misma del territorio. Buscan también que la mirada se oriente hacia el frente, hacia arriba y hacia el suelo: es en el cruce de las dimensiones de lo vertical y lo horizontal que propone un encuentro con esas otras fuerzas vitales para reconocernos como parte de una conjunción de elementos.
Inspirada en una tecnología ancestral diseñada para capturar agua de niebla y rocío en
zonas áridas, una de las instalaciones propone un recorrido sinuoso entre mallas de las que cuelgan cientos de pequeñísimas gotas de cerámica. Otra construcción que, con sus muros anchos de barro y de cal, evoca la arquitectura característica de nuestra historia colonial ofrece algo de amparo ante la intemperie e invita a mirar el cielo a través de la abertura triangular que dejaron sus muros volteados, testigos del agua y del viento. Un poco más allá, una serpiente de arcilla plateada se estira sobre un espejo líquido. Figura del río, símbolo de la fertilidad y encarnación, en la cosmología diaguita, de un rayo que cae con la lluvia desde el cielo, el animal lleva sobre su lomo dibujos que narran, a la manera de una escritura antigua, los procesos que humanos y naturaleza atraviesan como partes de un mismo ciclo vital que integra cultivo, transformación y cosecha.
Las obras de Sadir reflexionan sobre la manera en que nos vinculamos con el territorio. Son gestos que expresan el deseo de hablar el idioma de la Tierra y la necesidad de pedirle permiso ante nuestros acercamientos. Frente a la pregunta por la supervivencia humana y planetaria, sus trabajos reafirman el valor, el cuidado y el respeto que se debe a los bienes de la tierra, y piensan el futuro a través de una conexión con el pasado y el presente mediante actividades que, según la artista, nos permiten participar de “la temporalidad de los ciclos naturales”, atender a otras formas “de espera y de cuidado” y así “restaurar la memoria herida del mundo”.
Ivana Vollaro: Reservados
Del 30 de marzo al 31 de agosto de 2025
Reserva
¿Dónde está el límite entre lo visible y lo invisible en un museo? ¿Cómo regula una institución dirigida al ojo lo accesible? Partiendo de su análisis de la reserva de obras de arte de Malba–Puertos, Ivana Vollaro presenta obras que exploran los límites de las ventanas y paredes vidriadas, indagando en el acto de mostrar. En las reservas, zonas de guarda y espera, los eventos son esporádicos y la obra de arte se mantiene casi perenne. ¿De qué están hechos esos momentos sin sucesos? ¿Cómo repensar esa quietud como algo vivo?
La práctica de Vollaro abarca video, instalaciones, performance, publicaciones y poesía, anclada en la tradición del arte conceptual. Su obra cuestiona nuestra lógica y nos invita a acercarnos a los objetos y sentidos sin darles por sentados. La palabra, y su articulación gráfica, es uno de sus vehículos principales. Al trasladarla a espacios ajenos, genera un extrañamiento que revitaliza esas líneas, dotándolas de ambigüedad, espesor y humor.
El proyecto de Vollaro para Malba–Puertos incluye la producción de obras que funcionan como dobles, en apariencia idénticos, a los elementos propios de este museo: textos de letras vinílicas que se instalan sobre los muros, indicadores lumínicos sobre los que corren los títulos de las exposiciones o videos de cualidad institucional. Al prestarles atención, sin embargo, el ojo atento puede encontrarse con un contenido nuevo que enmascara un sinnúmero de preguntas. ¿Cuáles son los límites de una reserva y qué dice de nuestra existencia este término técnico? ¿Es la reserva una forma permanente o superior de espera? ¿A qué lugares de la memoria nos lleva la palabra en cuestión y sus variantes “reservas”, “reservados”, “reservado”? Para ensayar respuestas, Vollaro se detiene sobre algo tan invisible como los textos anodinos con los que juega: la superficie delgada y traslúcida de las paredes de Malba–Puertos, donde se funden la curiosidad con los reflejos de lo que hay adentro y lo que hay afuera y este espacio se muestra y se guarda en uncoqueteo sin pudor o, como podría bien decir la artista, sin reservas.
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