Mochileando por el trío del Sudeste Asiático

Tailandia, país de colores: fucsia, verde, celeste y amarillo por todos lados; los ves en sus taxis, sus negocios, sus barquitos, sus playas y en todas sus artesanías.

Thailandia, Vietnam y CamboyaLlegamos a Bangkok, luego de 36 horas en viaje*, a las once de la noche un viernes. El aeropuerto es grande, ya se empieza a sentir el caos de la ciudad que nos espera puertas afuera. Necesitamos pasar por el ‘health control’, antes de hacer migraciones**. Por suerte es súper rápido si tenés el certificado de fiebre amarilla según las exigencias. Salimos del aeropuerto y tomamos un taxi hasta nuestro hostel. Ya con ganas de hablar con gente local, intentamos comunicarnos con el chofer pero… no todo el mundo habla inglés por allá; nos entendemos vía señas, gestos y (fundamental), con la calculadora para cerrar el precio que nos va a cobrar. Nos vamos a dormir. Por suerte el viaje nos dejó agotadas para poder descansar y burlar así al famoso y temido ‘jet lag’.

Thailandia, Vietnam y CamboyaPrimer día en Bangkok, empieza la aventura. Mapas descargados en el celular, botella de agua en mano para soportar el calor y se sale a caminar. El rumbo: el famoso Grand Palace o palacio real y luego el templo del Buda inclinado (por suerte están uno pegado al otro). La entrada es relativamente cara, pero vale la pena. Nos pasamos toda la mañana recorriendo ambos lugares, empezando a conocer, observar y respetar la cultura y religión del lugar. No te dejan entrar con las rodillas ni hombros descubiertos; tenía un pareo para taparme los hombros que fue la solución y por suerte un vestido largo. Pero como estaba en musculosa no alcanzó: caí en la de tener que comprar una remera afuera. Para entrar a cada templo, lugar sagrado para el budismo, hay que sacarse los zapatos: se dejan afuera en la entrada, nadie agarra los que no les corresponde. Esta bueno para conectar verdaderamente con la energía del lugar. Si hay un monje, uno debe arrodillarse y agachar la cabeza en señal de respeto. Nos enseñan también que la imagen de Buda no debe usarse como decoración ni tatuaje, sino que debe respetarse.

Thailandia, Vietnam y CamboyaDespués de eso, nos decidimos por probar los conocidos tuks-tuks (motos con carritos) para ir hasta el mercado de Chatuchak, que está un poco alejado del centro. Como es sábado, el mercado está abierto; caminamos sorprendidas con la calidad de los productos que se venden. Nos perdemos por sus pasillos internos, miramos todo, compramos algunas cosas y cuando nos da hambre aprovechamos a picar algo de los puestitos del “patio de comidas”. Nos animamos a probar cosas nuevas: a veces nos sale bien y es muy rico y otras nos supera el picante y el fuerte olor. De postre el infaltable helado de coco, servido obviamente directamente en un coco.

Thailandia, Vietnam y CamboyaThailandia, Vietnam y CamboyaVolvemos en un colectivo local (mucho más barato que el tuk-tuk) y nos bajamos al comienzo de la calle Khao San Road, otro `must see` de la ciudad. Es todavía de día y la caminamos toda fascinadas con cada cosa que vemos: los locales de tatuajes (vacíos de día, llenos de gente por la noche), los bares, la comida de la calle, el ruido, los puestos de masajes al paso. Va oscureciendo y seguimos recorriendo, no porque sea muy larga, sino porque vamos y venimos una y otra vez para conocerla bien. La comida de la noche: variedad de bichos al plato, un clásico que hay que probar acá, acompañados de una de las riquísimas cervezas locales que, vale aclarar, son muy suaves.

Thailandia, Vietnam y CamboyaNos habían recomendado ir también a alguno de los mercados flotantes de la ciudad. Estos están un poco más alejados pero el hostel donde nos quedamos tiene un tour que por un precio razonable nos llevan y nos decidimos a hacerlo. Nos levantamos la mañana siguiente bien temprano, tomamos algo de desayuno mientras esperamos la combi que nos viene a buscar por el lugar. El guía nos baja en una primer parada donde vivimos una experiencia inolvidable: entramos por un pasillo angosto que nos lleva a las vías de un tren que está por pasar; nos tiramos, imitando al resto de la gente, contra la pared para evitar que nos pise, el tren pasa rozando nuestras narices y cuando se va mágicamente empieza a cobrar vida el mercado: puestos de comida, verduras, pescados, especias y más sobre las mismas vías donde, segundos antes, había pasado el tren. Seguimos para nuestro destino: el mercado flotante de Dumnoen Saduak. Nos desilusionó un poco, ya que está muy preparado y armado para el turismo, pareciendo un poco artificial. De igual manera nos divertimos comprando cosas, regateando los precios sin parar.

Thailandia, Vietnam y CamboyaThailandia, Vietnam y CamboyaA la noche, nos despedimos de estos dos días en Bangkok que fueron suficientes para conocer lo más lindo de la ciudad (fuera de los puntos turísticos es una ciudad con falta de arquitectura y encanto) y nos vamos rumbo a las playas del lado del Mar Andaman. Para llegar, nos decidimos, para abaratar costos, por ir en un bus de 15 horas hasta Krabi, todavía parte del continente y desde allí tomar un barquito que nos deja en nuestra primera isla. Obviamente viajamos de noche para no perder un día de este ajustado itinerario y además porque también nos ahorramos la noche de hostel.

Thailandia, Vietnam y CamboyaSi bien dicen que todas las islas de este país son espectaculares hay que elegir y finalmente vamos a recorrer 4 joyas asiáticas: Railay Beach, Koh Phi Phi, Koh Lipe y Koh Lanta. ¡Cada una es tan distinta y especial! Llegar a Railay nos emociona, nos vamos directo a la playa. La isla es muy linda y chica tanto que podés cruzar de una playa a la otra caminando en el mismo día. Koh Phi Phi es la combinación perfecta entre playas alucinantes y un pueblo con vida y movimiento nocturno. Vale la pena el tour que te lleva a la Monkey Beach, Maya Bay (la famosa playa de la película La Isla, cerrada para bajar por el momento para privilegiar así su conservación), Pileh Lagoon (donde se hace snorkel, es impresionante), entre otras. Para llegar a Koh Lipe, isla más alejada, tomamos un “speedboat” que te hace un viaje de cinco horas, en dos horas (no apto para sensibles). Es el paraíso. El agua transparente y su Walking Street tienen un encanto especial. Koh Lanta es más grande: conviene alquilar moto para recorrer todas sus playas.

Terminado el descanso por las playas, el norte de Tailandia es nuestro siguiente destino. Llegamos en avión a Chiang Mai dónde pasamos los próximos 4 días recorriendo templos, el pueblo y sus mercados nocturnos. Uno de los días vamos hasta Chiang Rai, provincia vecina, donde está el White Temple. Esta obra de arte nos dejó impresionadas: si bien es también un templo se diferencia de los demás porque se parece más a un museo que a un lugar de ceremonia y rezo para los practicantes. El artista, un millonario tailandés que todavía vive, explica que “al templo se ingresa por delante cruzando un puente donde se atraviesa el infierno, luego llegas al cielo y una vez ahí no debes volver por el mismo lugar. La vida es hacia adelante”.

El próximo avión que tomamos nos va a despedir de Tailandia. Kop khun khrap (que significa muchas gracias) como dicen ellos, por todo a este país tan completo, dinámico y lindo.

Thailandia, Vietnam y CamboyaVietnam, país de bocinazos, motos por doquier, bicicletas y flores. Aterrizamos en Hanoi, la capital. El primer encuentro con la ciudad es más caótico incluso que Bangkok. Para llegar al hostel esta vez nos tomamos un Grab (Uber de allá) y ¡creímos que no llegábamos sin chocar!: manejan muy acelerados y las motos se cruzan por todos lados sin dudar. Después del primer trayecto, uno se acostumbra (aunque los bocinazos constantes llegan a agotar).

Hanoi nos sirve de parada obligatoria para llevarnos a Ha Long Bay (Dragón Descendente). Nos vamos la mañana siguiente bien temprano con el tour que contratamos para pasar el siguiente día y medio en un crucero por el Golfo de Tonkin, donde se encuentra este patrimonio de la UNESCO. Estamos al norte de Vietnam y, como no deja de ser invierno por este lado del mundo, la temperatura está un poco más fresca que en el caluroso Tailandia.

Thailandia, Vietnam y CamboyaEl crucero por Ha Long Bay es espectacular. Es chico, somos 10 personas que dormiremos ahí esa noche: una pareja italiano-española, 2 chicas austriacas, un inglés, un holandés, un coreano, una señora francesa y nosotras dos. Recorremos las aguas en el barco, disfrutando de la vista, frenamos en las cuevas, andamos en kayak. La comida es de primer nivel: platos llenos de arroz, verduras, mariscos, carne, pollo, lo que quieras. A la noche el crucero frena en el medio de la nada en el agua donde vamos a dormir; estamos solos, no hay otros barcos cerca. La luna y las estrellas nos iluminan, la tranquilidad nos llena de mucha paz.

Cuando volvemos para Hanoi, tenemos 5 horas antes de tomar el tren nocturno hacia Da Nang, que nos llevará a nuestro próximo lugar, Hoi An, un pueblo más al Sur de Vietnam. Dejamos las mochilas y nos ponemos a caminar por la ciudad, sin un objetivo claro más que dejarnos llevar por las calles y conocer. Nos alejamos unas cuadras y descubrimos un gran lago y plaza que lo rodea y es muy lindo. Ya se siente menos ruido y más tranquilidad que en las caóticas calles llenas de motos. En el medio un templo, al cual entramos. Descubrimos que, si bien aquí la religión también es el budismo, es un poco distinta a la de Tailandia: tiene más influencia china. Al final, Hanoi tiene su encanto; el tiempo que estuvimos nos alcanzó para darle un vistazo y hacernos una idea de la capital de este país.
En Hoi An estamos solamente un día y medio pero es suficiente para conocer este pequeño pueblo que parece sacado de un cuento. Las lámparas de colores que decoran las calles y negocios le dan un toque especial. Durante la tarde caminamos por las callecitas principales y los mercados y cuando se va haciendo de noche llegamos al río, donde todo está iluminado coloridamente. Comemos nuevamente en los puestos de la calle, degustando la comida local: esta vez unas tortillas de arroz con variadas verduras. ¡Riquísimo! Al día siguiente nos levantamos temprano, alquilamos bicicletas en el mismo hostel donde paramos y andamos dos kilómetros y medio hasta llegar a la playa más cercana. Es un regalo del viaje y una sorpresa poder tener un día más de playa. El día está espectacular.

Thailandia, Vietnam y CamboyaEsa misma tarde nos tomamos otro avión para llegar a nuestro último destino: Siem Reap, Camboya. Emoción por seguir conociendo, pero nostalgia de que se va acercando el final del viaje.

Camboya, tierra seca y colorada, país de sonrisas. Ya en el aeropuerto de Siem Reap nos damos cuenta que la gente acá es más amable y simpática que en Vietnam. Hacemos la visa ‘on arrival’ ahí mismo y un tuk-tuk nos lleva hasta el hostel donde paramos. El mismo tuk-tuk nos ofrece antes de arrancar llevarnos durante todo el día siguiente a recorrer los templos que alberga esta ciudad. Nos dice un precio que nos cierra (en este país no hace falta cambiar a la moneda local ya que se manejan con dólares americanos) y quedamos en que a las 13hs del día siguiente nos pasa a buscar por nuestro lugar. La mañana la pasamos relajadas en la pileta para frenar un poco y recargar pilas; ya se siente el calor más intenso que se respira en este lugar. Cuando nos levanta el tuk-tuk, un simpático camboyano que nos cuenta que el turismo bajó mucho en relación al año anterior, debido a la situación política de Camboya (nos explica que es similar a lo que está pasando en Venezuela), pasamos por la oficina de tickets para un día de recorrida por los templos que sale 37 USD y arrancamos cómodas en el carrito detrás de la moto a dejarnos sorprender por lo que estamos por ver. Cada templo-ruina tiene su encanto; visitamos cinco en toda la tarde. La dinámica es simple: bajamos en uno, lo recorremos, sacamos fotos y a la salida siempre nos espera el tuk-tuk para ir al próximo. Llegar a la sombra del carrito del tuk-tuk es un alivio; el calor es sofocante. Al igual que en los templos de Tailandia, hay que respetar el código de vestimenta: hombros y rodillas tapadas. El último de la tarde es el famoso e imponente Angkor Wat (Wat significa templo). Lo recorremos todo, parando en cada lugar que nos llama la atención para contemplar un rato. Frenamos en el centro del mismo, en lo que pareciera ser el patio central; nos acomodamos sentadas en una sombra que encontramos y ahí nos quedamos a descansar, recuperarnos del calor y absorber la energía que tiene este lugar. A las seis de la tarde los camboyanos que trabajan ahí te van invitando a salir porque el templo está por cerrar. Nos vamos por la parte de atrás, justo para chocarnos con el principio del atardecer cayendo en las ruinas para despedirnos. Es mágico.

Thailandia, Vietnam y CamboyaAl día siguiente ya nos volvemos a Bangkok por la tarde, para salir al otro día de nuevo para Buenos Aires. El viaje se está terminando y la nostalgia es grande. ¡Qué rápido pasa todo para fugazmente volver a donde empezamos, volver a casa! Para la despedida esa noche caminamos por el mercado de noche de Siem Reap y frenamos a comer en un restaurante y brindar con unas cervecitas locales por esta gran aventura inolvidable.

Thailandia, Vietnam y CamboyaEl lado B de los viajes
Fuera de las fotos lindas, hay un mundo detrás de cada viaje de mochileros, donde la mochila es tu fiel y mejor compañera durante el tiempo fuera. La armas pensando en cada cosa que vas a llevar, cada cosa cuenta; no tiene que sobrar ni faltar nada muy fundamental. Cargas el peso de todas tus pertenencias mientras dure el viaje, tomando conciencia de lo que realmente necesitamos. La arrastramos por cualquier superficie, la apoyamos, la tiramos, la vaciamos y volvemos a llenar cada vez que nos vamos de un lugar. Se va llenando de ropa y objetos nuevos que compramos, de tiritas de colores, de cintas de avión…Y al final del viaje esa mochila queda con la estampa, el olor y recuerdos de otro viaje especial, otro país que visitó.

Vamos dejando una partecita nuestra en cada hostel donde nos quedamos: unas medias, la toalla, una remera que nos gusta mucho, el cepillo de dientes o el protector solar. Lo bueno es saber que alguien más, un desconocido de cualquier otra parte del mundo tal vez, lo va a usar.
En estos viajes, la calle es tu mejor restaurante; cualquier café es tu living por un rato, para frenar y descansar.
Cualquier piso, donde sea que estemos, es tu mejor cama para una siesta entre lugar y lugar.
Probamos todos los medios de transporte (¡y si son públicos y baratos mucho mejor!).
Conocemos gente de todo el mundo en cada parada o lugar donde vamos, y nos enriquecemos con cada historia de vida, además de sentirnos un poco orgullosos de compartir que somos argentinos.

Thailandia, Vietnam y CamboyaTips del viajero
*Los vuelos son siempre con más de una escala: las mejores opciones y más rápidas son vía Dubai, Qatar, Abu Dhabi o Adís Abeba (capital de Etiopía).
**Llevar certificado de fiebre amarilla que es obligatorio para entrar en Tailandia.
!!! Se necesita visa para entrar a Vietnam (quienes tengan pasaporte europeo pueden quedarse hasta 2 semanas sin necesidad de tramitar una visa) que se puede realizar de manera anticipada vía online. IMPORTANTE: si bien la visa se puede terminar on-arrival, es obligatorio para hacer el check in del avión que te lleva a Vietnam contar con la carta de aceptación para entrar al país. La misma se puede tramitar vía internet también.
Para Camboya, se puede tramitar directamente en el aeropuerto al llegar, es rápido y sale 30 USD.
!!! La moneda de Tailandia es el Baht tailandés y la de Vietnam Dong vietnamita. Cambiar en el aeropuerto ambas monedas al llegar. En todos los lugares tenes igualmente casas de cambio. No en todos lados te aceptan tarjetas de crédito y débito, y casi siempre lo hacen con un recargo adicional (entre 2 y 5%). En Camboya no hace falta cambiar dinero ya que en todos lados aceptan dólares.

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