Tradición cultural…
Momentos de encuentro para disfrutar…
Balances, desencuentros y malestar…
Un poco de historia….
Hace unos cuatro siglos el año nuevo se festejaba en casi todo el mundo el 21 de Marzo, día que coincide con el equinoccio de primavera del hemisferio norte. Esta fecha respondía al calendario Juliano instaurado en Roma por Julio César, en el año 46 a.c., en honor a Jano, Dios de los comienzos. El calendario Juliano no era tan preciso por lo cual cada no tantos años se desajustaban las fechas y era necesario reacomodarlas. En el año 1852 el Papa Gregorio XIII, rigiéndose por el calendario “gregoriano”, determina el comienzo del año nuevo el 1ro de Enero. En un principio esta modificación es adoptada por todos los países en los que el catolicismo era la religión principal y a través de los años fue adaptándose el resto del mundo.
Sin embargo existen países cuyas culturas son diferentes y las fechas del comienzo del año nuevo no coinciden con la nuestra. Por ejemplo los judíos lo festejan en octubre, coincidiendo con el equinoccio de primavera del hemisferio sur. Se trata de “Rosh Hashaná” que ya cuenta 5778 años. Los chinos festejan su nuevo año cuando se forma la primera Luna Nueva en el signo de Acuario, una fecha entre Enero y Febrero, y están transitando el año 4716. Los musulmanes lo celebran en su mes de Muharan, que puede caer en cualquier mes de nuestro calendario gregoriano y su cuenta comienza en el año 622 a partir de la huida de Mahoma a la ciudad Medina y se encuentran hoy en el año 1440. Los pueblos originarios de Sudamérica conmemoran su año nuevo el 21 de Junio coincidiendo con el solsticio de invierno en el hemisferio Sur. Según el calendario budista estamos en el año 2560 y el año nuevo se celebra el 15 de Abril con la fiesta de “Songkran”. Los Coptos viven hoy en el año 1741 y los seguidores del calendario Maya están por el año 5132.
Más allá de la historia de cada región y de su cultura, todos festejan el cambio de año y esta fecha es especial para todo el mundo.
Actualidad…
En épocas de fiestas de año nuevo, hoy es muy frecuente escuchar en las personas altos niveles de estrés. Esta situación es bien percibida en los consultorios ya que se incrementan las consultas tanto por situaciones emocionales como físicas.
El modo de vida que caracteriza a esta era llamada “la era del consumo” se define según todo lo que el individuo logre alcanzar, desde metas hasta bienes materiales. Como si se creyera que la felicidad viniera de la mano de los logros obtenidos. Esta mirada es la que transforma a este momento en un balance que en ocasiones puede resultar negativo. De allí los altos y crecientes niveles de ansiedad que se padecen.
La exigencia propia de esta era de alcanzar lo máximo que podamos como sinónimo de felicidad, bienestar o estatus social, va acompañada de otras características que funcionan como condimentos negativos a la hora de hacer una autoevaluación. La carrera por llegar a tener todo lo que se quiere, las continuas exigencias, los ritmos acelerados, la baja tolerancia a la frustración, la baja capacidad para la espera y la sobrevaloración de lo material, no sólo describen al hombre promedio de hoy, sino que nos muestran justamente los datos para analizar el creciente malestar en el que se vive, que afecta tanto la mirada de lo ya vivido como las expectativas sobre lo que vendrá.
La trampa de esta era de consumo es que a la vez que nos dice que cuando obtengamos los bienes deseados seremos más felices, nos muestra en cada logro que lo conseguido no resultó suficiente, por lo cual seguiremos en la búsqueda luego de cada inevitable frustración. Circuito necesario para mantener activo el consumo. Esta modalidad de vida es la que se encuentra en la base de quienes llegan a esta fecha haciendo un balance que seguro tendrá más datos en el “debe” que en el “haber”.
Así vemos que lo cultural inside indefectiblemente en el modo en el que vivimos. Lo negativo que salta a la vista en este modo de vivir es que al ocuparnos de “los logros” con tanta vehemencia dejamos de lado el cuidado sobre otros aspectos de la vida que son necesarios para disfrutar de buena salud física y mental .
La masividad del festejo es una de las particularidades de este momento del año, es decir, que esta fecha nos compromete a casi todos por igual. Balances también hacemos en la fecha de nuestro cumpleaños pero eso es algo personal. La sensación de fin de ciclo es compartida por todos, lo cual genera que sea más difícil no transitar esta época con cierta sobrecarga emocional. Es muy frecuente tener que asistir a distintos eventos según los grupos a los que se pertenezca, laboral, social, escolar. Los encuentros y/o desencuentros familiares se plantean en casi todas la familias, y con ello los pensamientos sobre aquello que es grato hacer y lo que no. Otro tanto del estrés de estos días está provocado en las familias con hijos escolarizados, exámenes y notas que serán parte inevitable de la organización del mes y, en ocasiones, de las vacaciones. Es decir, la ansiedad no sólo puede venir por lo personal sino también por lo familiar. Sin dudas Diciembre es un mes distinto a los demás.
Llegar a fin de año luego de un año agotador no será una tarea fácil si se lleva un ritmo de vida intenso. Es frecuente que muchas personas lleguen a finalizar el ciclo con lo que se llama “síndrome de burnout” o de “cabeza quemada”, que cada vez más individuos padecen. Este síndrome es provocado por las grandes exigencias con las que se vive. El estrés laboral prolongado puede producir mal humor, cansancio físico y fatiga mental, con consecuencias negativas en la productividad normal de quien lo sufre. Por lo general este trastorno se caracteriza por un estado de agotamiento emocional que se ve reflejado en una actitud distante frente al trabajo, junto con sensaciones de ineficacia laboral y una frustración permanente.
Además de este diagnóstico de fatiga laboral encontramos en los consultorios pacientes que muestran una creciente ansiedad en estas fechas. Ansiedad que en ocasiones puede ser realmente difícil de transitar. Angustia, malestar, depresión. Todas las emociones que las altas exigencias traen al ser humano.
Este es un momento “bisagra”, tiempo de cambio, de pensar en lo que ya pasó y en lo que vendrá. Vivir nunca es una tarea demasiado fácil, menos si la vida se mira desde un lugar que no es el más adecuado. La etapa que termina es el reflejo de que lo que no se logró ya no se podrá lograr, por lo menos en lo que queda del año que está terminando. La mirada sobre lo que vendrá es a la vez alentadora y amenazante por ser desconocida. Aquello sobre lo que no conocemos siempre es vivido con cierta amenaza inquietante. Lo que no quiere decir que una vez que se comience a vivir no se transforme en algo muy parecido a lo vivido anteriormente.
Como todo cambio genera una sensación de angustia porque se abandona lo conocido y se enfrenta lo desconocido. La ansiedad y la angustia con la que se viva este cambio variará considerablemente según el modo en que se miren las cosas. Estarán quienes con altas exigencias puedan hacer foco en lo que no se alcanzó y así el balance siempre será negativo, y quienes puedan con una mirada más optimista observar lo vivido, lo realizado y puedan sentirse gratificados aunque hayan quedado cosas por hacer.
Un punto importante que remueven las fechas festivas, sobretodo éstas, es lo que sucede a nivel familiar. Aquí los encuentros o desencuentros serán los protagonistas con las consecuentes experiencias positivas o negativas que los mismos despierten. Quienes puedan disfrutar de encuentros gratificantes con sus familias tendrán la oportunidad de pasar buenos momentos. Quienes no tengan esta posibilidad por desencuentros familiares o por que alguien importante ya no está presente para compartir las fiestas, se verán llevados a sensaciones dolorosas que generarán tristeza, angustia, y en algunos casos depresión. Es por ello que no siempre los festejos traen aparejado momentos para disfrutar.
Aquí y ahora…
Un modo de contrarrestar el malestar que el estrés de fin de año puede traer es mirar la vida con otros ojos. Es decir, con una mirada más benévola sobre nosotros mismos y centrada en lo que realmente es nuestro. Más allá de lo proyectado en el pasado y lo que esperamos para el futuro, la realidad está basada en el presente. Lo único que sí nos pertenece, lo único que sí somos, es el presente, lo que estamos viviendo. Claro que somos el resultado de nuestra propia historia y que elegimos caminos pensando en llegar a ciertos lugares, pero más allá de eso, la realidad es hoy… “Siempre es hoy” nos canta Gustavo Cerati.
Inmersos en un mundo agitado, de consumo incesante, que deja poco espacio para la reflexión y el disfrute, hacer el intento de estar “aquí y ahora, siempre”, ayuda a soltar las exigencias que por excesivas enferman, y permite tener una mirada de corte transversal “aquí y ahora” en el continuo que significa vivir. De este modo estas fechas podrían ser vividas menos como balance y más como disfrute, teniendo en cuenta que el 31 de Diciembre no será demasiado distinto al 1 de Enero, y que pensar en nuestras vidas, en lo que nos gratifica, lo que nos frustra, lo que aceptamos y lo que no, es un trabajo que debiera acompañarnos en todos lo distintos momentos del año y no sólo cuando estamos en fechas singulares.
Lic. en psicología Constanza Bonelli
Consultorios en Nordelta y Belgrano: 4871-6634 / 156-272-2973
UBA matrícula 31906
Candidata de la Asociación Psicoanalítica Argentina
licbonelli@gmail.com