Planear un viaje extenso con presupuesto holgado no presenta mayores complicaciones, por supuesto. Ahora, si el dinero disponible no abunda y las ganas de conocer nuevas culturas nos exceden, lo mejor es la antelación, la paciencia y una buena bitácora donde ir haciendo anotaciones, comparar precios y registrar las decisiones finales de cada destino.
Por ejemplo, las conexiones vía tren. La opción más conocida es la que ofrece desde su web la empresa Rail Europe: sencillo, en español y con oficinas en Buenos Aires en caso de necesitarlos personalmente. Pero para los viajes que tengan algún punto de contacto con ciudades alemanas, no hay mejores precios que en Bahn. Más alternativas de horarios, precios más accesibles y un solo inconveniente: los tickets se habilitan exactamente dos meses antes de la fecha de viaje (lo que puede complicar un poco el presupuesto en las semanas previas a partir). Siempre está la posibilidad de esperar las ofertas de último momento y comprar los pasajes de tren en las mismas estaciones algunos días antes. Todo dependerá de la ansiedad y de la época del año en la que se viaje: no es lo mismo arriesgarse en el invierno europeo donde el flujo de pasajeros es menor a hacerlo en pleno verano (con julio siendo aún más complicado que agosto) cuando el Viejo Continente estalla de turistas y de desplazamientos de ciudadanos por la temporada alta en pleno auge.
La paciencia es fundamental cuando se con poco dinero para las vacaciones, por eso: no conformarse con el primer presupuesto que se encuentra. Con los hoteles o hostels hay innumerables sitios web que ofrecen encontrarnos el hospedaje ideal en pocos segundos. A no enamorarse de las fotos a primera vista. Airbnb se puso de moda en estos últimos años, un sistema que permite alquilar departamentos y casas directo a sus dueños y por pocos euros. Pero hay destinos caros hasta para esta movida y, por ejemplo, en Venecia la diferencia entre el alquiler de un loft (sin cocina, sin wi-fi, sin desayuno) y conseguir una habitación en una cadena hotelera a escasos metros de la Piazza San Marco puede no superar los 500 pesos. Difícil de creer, pero posible… sólo hace falta tiempo, horas sentado frente a la notebook disfrutando de los preparativos y, como ya dijimos varias veces, paciencia.
Couchsurfing puede ser otra alternativa: hay que registrarse en la web, crear un usuario y dedicarse a analizar los perfiles de aquellas personas que gentilmente (y sin mediar dinero) están dispuestas a alojarnos en sus casas de modo gratuito. Un florentino con ganas de practicar su español, una familia alemana con una habitación extra, un chileno casado con una italiana viviendo el Berlín o un músico bohemio parisino pueden ser sus anfitriones. Sólo hay que estar dispuestos a conocer gente nueva y dejarse sorprender por los imprevistos del viaje.
Texto: Damián Serviddio