EL ETERNO RETORNO DE LO IGUAL
Por Lic. Constanza Bonelli
Desde la mitología griega podemos comprender el comportamiento humano, su naturaleza y el modo en que vive en sociedad. Los mitos son historias de seres divinos o semidivinos que muestran la realidad de la humanidad.
Freud toma el mito de Sísifo para explicar la compulsión a la repetición que existe como parte del funcionamiento psíquico. Sísifo fue castigado a una repetición eterna: subir una roca a la cima de la montaña para dejarla caer y repetir la secuencia de subir la piedra y volver a tirarla de un modo interminable. Así la repetición aparece como un castigo inútil e incesante. Es el infierno de una repetición sin sentido. Sísifo se entrega a los poderes del destino que lo convocan a un goce masoquista, trabajo de la pulsión de muerte. Una necesidad de castigo lo lleva a someterse a ese oscuro destino de repetición.
La repetición de Sísifo muestra algo de la naturaleza humana, el carácter repetitivo de ciertos modos de actuar que se nos presentan como inevitables. Una repetición inconsciente, una forma de resistencia al cambio, una vuelta hacia un estado anterior a la vida misma. Repetición que sólo podremos comprender con un trabajo de análisis y de ese modo detenerla.
Las experiencias infantiles tallan el lente desde el cual vemos y vivimos la vida adulta, creando un patrón por el cual se repiten las experiencias buenas y las malas. Un modo de repetir de carácter inevitable que representa el mito de Sísifo. Repetición inconsciente que no está regida por el principio del placer, sino que va más allá de él. Se trata de la repetición de aquello que resultó traumático y displacentero en la primera vivencia.
Los deseos no gratificados buscan satisfacción en la repetición. También aquello que fue reprimido por ser inaceptable para algún aspecto del individuo. Eso reprimido insiste en la intención de encontrar satisfacción. Se repite buscando integrar lo que falta, completando lo que quedó inconcluso. Esta es una de las maneras de pensar la repetición. Pero existe otro modo de repetir que tiene un sesgo más “demoníaco”, una repetición más allá de nuestra voluntad, como un destino inevitable y es a este tipo de repetición que Freud llama “El eterno retorno de lo igual”. Una compulsión a repetir que va de la mano de la pulsión de muerte, que busca la vuelta a lo inorgánico, al estado previo a la vida, a la no vida.
Es el caso de las neurosis postraumáticas, que hoy conocemos como síndromes por estrés postraumático, que fijan al individuo al trauma, reviviendo en los sueños (traumáticos) la experiencia aterradora una y otra vez despertando un nuevo terror en cada repetición. La finalidad de este tipo de repetición es la de intentar dominar la angustia asociada al trauma. También es el caso de la “neurosis de destino”, que es la que padecen ciertas personas que repiten sin cesar el mismo padecimiento psíquico a lo largo de sus vidas, en las distintas elecciones que vayan transcurriendo. Vínculos con características similares que no pueden más que traer sufrimiento y sin embargo se repiten, incesantemente. Elección de trabajos, amigos o relaciones amorosas, todas llevando una y otra vez al mismo padecer.
Este sesgo repetitivo inevitable, entendido como una repetición automática, como un retorno al estado anterior dirigido por la pulsión de muerte, resulta agradable para ciertas personalidades que encuentran cierta satisfacción en la familiaridad de lo conocido que vuelve una y otra vez, favoreciendo en ellos una vivencia de control y dominio de las situaciones. También podemos pensar en un placer masoquista que se satisface en la repetición de situaciones dolorosas.
La idea de eterno retorno viene de la mano de Nietzche, filósofo que utilizó por primera vez este concepto, y está asociada a un temporalidad. Es la idea de que nunca ha existido una primera vez (orígen) ni existirá la última (como fin de la historia). Una idea de un igual que se repetirá siempre. El retorno de lo igual se basa en la eternidad del curso del tiempo, a partir de la cual todo tiene que haber existido ya, y todo tiene que volver a ser. Lo que acontece ahora es repetición infinita.
Sin embargo el análisis puede intervenir esa repetición. El paciente viene al tratamiento con su historia, que no es otra cosa que el mito personal que explica las circunstancias de su vida. Una justificación de su padecimiento. Mitos personales que determinan un destino, presuntamente inevitable.
El trabajo del análisis será develar lo oculto en el mito personal que da lugar a la repetición constante. Hacer consciente lo inconsciente que se presenta como destino inevitable. Salir del patrón que nos conduce a lo mismo una y otra vez. Cerrar lo inconcluso del pasado, integrando lo disociado, creando un nuevo sentido, que permitirá la salida del padecimiento psíquico. Un recurso creativo que romperá con lo eternamente igual.
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