Tealosophy llegó a Nordelta

Nota publicada originalmente Febrero 2014

Inés Berton, la pasión del té
Lo primero que llama la atención de Inés Berton es la pasión con que habla de sus tés. Se nota que son su vida. Luego, la simpatía, la dedicación a la persona con que conversa. Lo aplica con cada uno de sus clientes, sea alguien que le compra una lata en uno de sus locales, o una multinacional que busca que le haga un blend para una marca global.
“A mí me gusta estar en mis tiendas, hablar con la gente; eso me completa, porque el blend se cierra con la persona que lo va a tomar”, dice, en el local que inauguró en el Nordelta Centro Comercial. Inspiración es una de las palabras que más usa. Pero la que domina la charla con ella es  esa otra, pasión: “La pasión cambia todo, esa es una gran verdad –dice-. Lo mismo, con pasión y sin pasión, es diferente”
Inés es una de las mayores expertas de té del país, reconocida en todo el mundo. Tiene un local en Avenida Alvear y otro en Palermo, en Buenos Aires. Además de uno en Barcelona. Y un corner ofrece sus infusiones en The Hamptoms, las exclusivas playas de Nueva York. “Hace dos años me habían ofrecido venir a Nordelta, pero ahora fue el momento –cuenta-. Me gusta cómo se desarrolló esta zona, quería ser parte de esto”.
Después de vivir 8 años en Estados Unidos, en 2001, cuando tantos se iban del país, Inés volvió a  Buenos Aires. Con un puñado de dólares armó su empresa, que creció y se expandió. Pero ella prefiere la creación de los blends, estar en sus tiendas, antes que la gestión del negocio (en la que por otro lado también es muy buena). “Me gusta ser parte de lo cotidiano, del desayuno de la gente. Estar en los locales y poner todo mi foco en la creación de mis blends, en la selección de la cosecha, de cada ingrediente, en poder crear. Para estas fiestas hice el Berry Christmas, jugando con el Merry Christmas, que tiene ramas de canela, cardamomo, jengibre y todos berries: arándanos, sauco, cerezas… Disfruto mucho de eso, y me di cuenta que Tealosophy empezó a crecer mucho. Yo también estoy a cargo de los desarrollo de los blends de Inti Zen y de Chamana. Así que recientemnte vino a hacerse cargo del manejo de la compañía, como socio, Juan Pablo Alvarado”
Alvarado formó parte de El Tejar, una de las mayores empresas de producción agrícola del país. Es vecino de Laguna del Sol. “Yo siempre buscaba alguien con quien tener mucha afinidad, donde ciertas cosas no estén en juego –cuenta Inés-. Tener la misma ética, los mismos principios, querer crear algo mágico. Una compañía fuerte, sólida,  pero con principios. A Juampi lo conozco de toda la vida, fui a pedirle ayuda para encontrar alguien y después de varias charlas los dos nos dimos cuenta que estaba buenísimo y nos divertía seguir juntos. Para nosotros es importante toda la parte de bróker, nos piden mucho de afuera, que proveamos el té para una marca en Papua, Nueva Guinea, que desarrollemos otra marca para Japón. Y me pasaba que en el pasado ni siquiera me sentaba en las reuniones, ni contestaba los mails, estaba tan sobrepasada… Encontré a alguien que siento que me puede ayudar a hacer realidad mi sueño».
-O sea que Tealosophy será cada vez más una marca internacional…
-Si. Yo viví mucho afuera, Tealosophy siempre fue universal. Este año estuve en Singularity , la universidad que es parte de la NASA. Allí estuve trabajando sobre la importancia de poder transmitir, por ejemplo, la calidez que es tan importante para Tealosophy, creo que la gente se engancha con esa calidez, que uno tiene tiempo para recomendar un té a cada cliente. Que uno está todo el tiempo haciendo el maridaje, pero el maridaje de la persona con el té: al que lo toma en el desayuno  recomendarle un buen ceylón, por ahí pensar ahora en verano una base de té negro del noroeste de India, con cítricos, o alguna vainilla de Madagascar.  Es lindo pensar en el otro.
-Tealosophy nunca había estado en un shopping. ¿Qué te llevó a cambiar de opinión?
– Cuando armé Tealosophy pensé que quería que fuera el Hermés del té. Un té honesto se hace con ingredientes honestos. No hay otra manera, es como el sushi, por más buen sushiman que haya, si el pescado no es fresquísimo, no hay buen sushi. Entonces para mí fue muy claro que quería hacer un té honesto. Por  eso la selección de cada ingrediente, de cada cosecha. Cada vez que uno abre una lata tiene que ser una forma de viajar, estar en el sur de Shangai, en un mercadito de especias en la India, en Londres… Eso está en los locales de Avenida Alvear, Palermo y Barcelona. Por eso al principio pensaba que en un shopping no tendría la exclusividad que buscaba, esa conexión. Pero lo que me pasó con toda esta zona es que ya pasó el test, al final del día es genuina, es increíble cómo está mantenida, uno va pasando por los caminos y ve agapantos en la entrada de los barrios, todo parquizado, los lagos maravillosos, muchos chicos jugando. Esto es en realidad un sueño y me encantaría ser parte, estar. Aquí nos recibieron con muchísimo cariño, todo nos lo hicieron tan llevadero, la gente vino a presentarse a la tienda, a preguntarme si precisaba algo. Eso me encantó.
Antes nos habían ofrecido otro lugar aquí mismo, pero me gustó éste, donde estamos, porque aquí la gente pasa caminando. A las tiendas de Telosophy se llega un poco siguiendo el olfato, la gente viene siguiendo algo rico. Yo viajé mucho, y mis amigos me piden que les cuente esos “tesoros secretos” que he descubierto, ese club de jazz de la calle 3 en  Nueva York, el restaurante de la Place des Vosges, en París. Y siempre me gustó que Telosophy  sea eso, el dato, el tesoro escondido. En Alvear estamos bastante escondidos, pero la gente llega buscándonos, diciendo tomé tu té en Sottovocce o Fervor. En Palermo hay que pasar por un vivero para llegar, vienen diciendo me mandaron de tal lugar. Entonces acá me parecía que estamos en el centro comercial, pero también en un mundo propio, esta pequeña pagoda oriental mezcla con occidente y uno llega dispuesto a viajar a través de los sentidos, a dejarse llevar por las especias de Birmania, la manzanilla egipcia. Eso me encanta. Porque lo que la gente viene aquí muy abierta a compartir. Creo que esa es una de las cosas que más me convenció en Nordelta.
– El local debutó con mucha gente…
– Si, todos muy cariñosos.  Muchos conocían la marca, unos me decían tomo tus tés en el Llao Llao, otros en Gardiner, o en Osaka, o en Palacio Duhau. O en el hotel Urban de Madrid. Esto es genial, que lo conocen de Madrid y que ahora estén acá.
– ¿Qué tipo de tés te pidieron aquí?
– Me impresionó muchísimo cómo pedían el Royal Fruit, quizás por el calor y porque es divino frío o caliente. Es un blend que diseñé para Alex Atala, un chef maraviloso de San Pablo, con mango, papaya, ibiscus y pétalos de girasol. Me sorprendió cómo la gente estaba copada con nuestro tés verdes , como el Green Geisha que es té verde del sur de Shangai, con maracuyá y ananá caramelizado. El Calm es el que más conocían, porque es el que hacemos para todos los hoteles y restaurantes, son cítrícos del mediterráneo, verbenas del sur de Francia y manzanilla egipcia. Este es el hit, el más conocido.
– ¿Vas a hacer un blend nordelteño?
-Me encantaría. Quiero conocer un poco más, pero desde ya lo voy a hacer. El  lugar es un sueño.
Por Marcelo Canton

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