De Auschwitz a nuestras casas: por qué leer a Edith Eger
Por Jazmín Nogaró – @viajarenpalabras
Hay libros que revelan un secreto a medida que avanzamos con sus páginas. Se crea un juego entre autor, personajes y lector donde en este submundo de tiempos y espacios nos acercan a una verdad más real y humana. A medida que me adentré en el mundo literario y basado en hechos reales de Edith Eger me topé con una historia de pérdida, de amor eterno y reencuentro con uno para ir al encuentro con otro.
Edith Eger es psicóloga y sobreviviente del Holocausto. Fue su paso por Auschwitz, y conocer a su mentor Viktor Frankl, otro sobreviviente y creador de la logoterapia, los que la inspiraron a especializarse en Psicología Clínica. Edith Eger es inspiración pura, una luchadora y resiliente. A través de su historia, desdoblada en dos libros: La bailarina de Auschwitz (The choice) y En Auschwitz no había Prozac (The gift) nos encontraremos con un alma que logra perdonar y sanar. En ella hallaremos un fiel reflejo de que “el que tiene un por qué podrá con cualquier cómo”, en palabras de Frankl.
La bailarina de Auschwitz
Edith relata sus días en Auschwitz, cómo ingresó junto a su familia y cómo reconstruyó su vida a partir de las heridas físicas y emocionales. No solo relata una historia de supervivencia, sino que también, una historia de elecciones donde el vivir es su prioridad número uno.
El libro es para resaltarlo completo. Te recomiendo leerlo con lápiz en mano. Me quedo con tres enseñanzas:
1. Sobre las víctimas: “El victimismo procede del interior. Nadie puede convertirnos en víctima excepto nosotros mismos. Nos convertimos en víctimas, no por lo que nos sucede, sino porque decidimos aferrarnos a nuestra victimización. Desarrollamos una mentalidad de víctima; una forma de pensar y de ser rígida, culpabilizadora, pesimista, atrapada en el pasado, implacable, castigadora y sin límites o fronteras saludables. Nos convertimos en nuestros propios carceleros cuando optamos por limitarnos mediante la mentalidad de la víctima”.
2. Huir del pasado agudiza las heridas, no sana. «Puedes vivir para vengarte del pasado o puedes vivir para enriquecer el presente; puedes vivir en la prisión del pasado o puedes dejar que el pasado sea el trampolín que te ayude a alcanzar la vida que deseas» y «Tal vez curar no consista en borrar la cicatriz, curar es apreciar la herida».
3. Más allá de las circunstancias siempre podemos decidir. «No puedes cambiar lo que hiciste o lo que te hicieron. Pero puedes decidir cómo vivir ahora»; «No puedes cambiar lo que hiciste o lo que te hicieron. Pero puedes decidir cómo vivir ahora» y “Cada momento es una elección. Por muy frustrante, aburrida, limitadora, dolorosa u opresiva que sea nuestra experiencia, siempre podemos decidir cómo reaccionar. Y por fin empiezo a entender que yo también puedo decidir. Darme cuenta de eso cambiará mi vida”.
En Auschwitz no había Prozac
Me cuesta encontrar palabras para los libros que me movilizan internamente y me abren los ojos. The gift nos invita a abrazar el sufrimiento, a encontrar ese regalo en nuestras vidas a pesar de las circunstancias.
Edith Eger nos guía para atravesar las doce prisiones en la que los humanos nos encerramos y nos enseña a salir de ellas a través de la logoterapia. The gift es una guía práctica para soltar los miedos, la victimización, los secretos, la culpa, entre otros.
A través de la propia vida de la autora y de sus pacientes encontraremos la luz que nos hará valorar la vida. Porque una vida perfecta no existe, pero siempre podemos sacar lo mejor de ella, incluso en las peores circunstancias.
Comparto algunas de las tantas frases de este librazo, en ellas se retrata mejor la simpleza y profundidad a la que me refiero:
“I am here to tell you that the worst prison is not the one the Nazis put me in. The worst prison is the one I built for myself.”
“In my experience, victims ask, “Why me?” Survivors ask, “What now”?”
“Tears are good. They mean we’ve been pierced by an important emotional truth.”
“The opposite of depression is expression. What comes out of you doesn’t make you sick; what stays in there does.”
“You can’t heal what you don’t feel”
“This is how we release ourselves from the prison of avoidance— we let the feelings come. We let them move through us. And then we let them go”
“Grief helps us face and ultimately release what happened or didn’t happen. And it opens us space to see what is and choose where we go from there”
Un consejo por si no sabés por dónde empezar: no hace falta que leas La bailarina de Auschwitz para entender el mensaje de En Auschwitz no había Prozac, pero te recomiendo leer primero La bailarina si querés entender a fondo las referencias sobre las cárceles en la propia vida de la autora.
Estas historias conmueven, no solo por lo devastador el contexto, sino por la humanidad que revelan. Una humanidad que no se plantea como algo intrínseco a la vida, sino como una elección.
De Auschwitz a nuestras casas: por qué leer a Edith Eger
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