No nos permitimos desprendernos del celular

No nos permitimos desprendernos del celularCarlos Ricur es seguidor de la revista y uno de los impulsores de los encuentros musicales realizados en la iglesia del centro cívico de Nordelta el sábado pasado. A propósito de su propia experiencia esa noche, nos envió la siguiente carta de lectores:

«Después de los habituales pedidos sobre la necesidad de apagar los celulares que hizo el director musical del concierto, pedido que incluyó una clara demostración sobre cuánto se escuchaba en ese espacio una llamada al mismo, comenzó el tan esperado 1° Concierto del Ciclo Encuentros Musicales en Nordelta.

«La iglesia estaba llena, expectante, silenciosa. Con los primeros compases del allegro de la Primavera de Vivaldi repentinamente el espacio se llenó de música, cada paso de un arco por las cuerdas abría un surco inolvidable de calidad musical. A la Primavera fueron siguiéndole cada una de las Cuatro Estaciones con cada con sus vívidas descripciones musicales de los acontecimientos propios de ellas, la lluvia, el viento, el murmullo de las hojas apenas acariciadas por la brisa. Poco a poco en un silencio profundo, magnificado por la música que brotaba sin tregua del escenario que rodeábamos, fueron transcurriendo cada una de la Estaciones.

De improviso, quebrando la armonía de la música, se escuchó el llamado de un teléfono. Allí, en la primera fila, casi diría junto a la orquesta. Su propietaria abrió sobre sus piernas el bolso que portaba el sonoro llamado y, al abrirlo para encontrar y callar al responsable, el contenido del mismo se desparramó por el suelo. Un atento voluntario se desplazó silenciosamente en su ayuda y a la vez que le recogía sus efectos del suelo y los volvía a poner en la bolsa, condujo del brazo a la propietaria hasta el reparo de la sacristía para que pudiera continuar allí esa comunicación impostergable.

Volvió el silencio a llenarse con la música con el agradecimiento de músicos y público. El concierto prosiguió y «dos estaciones» más adelante volvió a sonar nuevamente el teléfono de nuestra señora de la primera fila. Esta vez no se le cayó nada, nuevamente nuestro atento colaborador la acompañó al refugio de la sacristía mientras en el camino nuestro personaje iba contestando el llamado, charla que aún desde el encierro seguimos escuchando hasta su final.

Y gloriosamente, ¡volvió a imperar la música! Después de un corto intermedio, Piazzolla, también con sus cuatro estaciones llenas de esa alegría nostalgiosa de nuestra música popular, se hizo vivo entre nosotros. El tango, magistralmente, recorría también el año de nuestra ciudad. No podía faltar algún bis y la recreación de la tormenta del invierno de Vivaldi nos llevó nuevamente al tronar de los rayos y la caída de la lluvia sin dejar de imaginar a través de la música, las luces deslumbrantes de los relámpagos.

Había aún una sorpresa. Un joven, muy joven aún, se paró solo en el escenario e interpretó una obra de Nicola Paganini, de difícil ejecución, con toda la solvencia de un maestro. Recuerden el nombre, Leonardo, nos señalaba Eugenio Scavo. Va a llegar a estar entre los grandes. Los aplausos, con toda la iglesia de pie, reunieron a todos nuestros amigos de la Parroquia Sagrada Familia, la Fundación Nordelta y Judaica Norte, para celebrar unidos a través del milagro de la música, este primer concierto celebrado en nuestra iglesia Parroquial.

Carlos Ricur»

3 Comments
  1. Felicitaciones Carlos.. una maravilla lo que escucharon.. aunque como organizador se que se siente ante estos inconvenientes adelante…..

  2. Felicitaciones Carlos.. una maravilla lo que escucharon.. aunque como organizador se que se siente ante estos inconvenientes adelante…..

  3. Hola, Yo estuve allí y fui testigo de esta falta de respeto y otras más. Por ejemplo cuando voy al cine pongo en vibrador. Apagarlo no puedo..por que? simple tengo familia dos chicos chicos y padres muy grandes. Esto es mi ejemplo de que estoy siempre preparado para alguna emergencia que se me presente en el momento que sea. Pero soy respetuoso. Lo pongo en vibrador. La otra falta fue que cuando se hizo la pausa mucha gente entro y al comenzar de nuevo el concierto no se detuvo el ingreso y lo peor fue que al sentarse se comenzaron a acomodar y se escuchaba el ruido de las sillas. La verdad no importa si no se pueden despegar del celular…la falta de respeto esta impregnado en estas personas que no anticipan, llegan tarde, y no miden sus movimientos.

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