Por Mercedes Cordeyro
El destino caprichoso quiso que Billy Waller se fuera demasiado pronto, apenas superados los 50, dejando más de 400 obras en su taller: huérfanas, silenciosas, desconocidas para muchos. Una responsabilidad inmensa, sobre todo para su familia. No era una herencia sencilla. Billy había mostrado su obra en contadas ocasiones; el resto vivía puertas adentro, protegido como un secreto, como un mundo íntimo que él habitaba para resistir, sanar y comprenderse.
Prolífero, inquieto, indómito, hizo del arte su guarida y su manera de darle forma a lo que le ardía en el alma. Y cuando partió, intempestivamente, su mujer y sus dos hijos tuvieron que tallar un nuevo destino sobre ese vacío.

Perder a un ser querido es doloroso; perder a un padre es indescriptible. Y tener apenas veinte años vuelve todo aún más complejo. Hizo falta una década para que María, su hija mayor, pudiera volver a mirar de frente esa obra detenida en el tiempo, dormida en un altillo y cargada de emociones que todavía no encontraba cómo nombrar.

No fue un camino lineal. Fueron diez años de juntar señales, hilvanar migajas de memoria, decodificar emociones y consensuar entre tres qué hacer con una herencia tan íntima como abrumadora. María tuvo que alejarse para poder acercarse de otro modo; tuvo que soñar, llorar, dudar y volver a empezar.
Como si un hilo invisible guiara sus pasos, fue encontrando el modo. Así nació el Espacio de Arte Billy Waller. En Villa Pueyrredón, un viejo taller mecánico fue transformado (y transformando a quienes lo habitaban) hasta convertirse en un proyecto que comenzó como intuición y terminó revelándose como destino.
En 2024, María decidió convertir esa intuición en obra concreta. Trabajó un año entero aprendiendo, restaurando, investigando y catalogando cada pieza. Tuvo que abrir una por una las obras, dialogar con ellas, reconocer a un padre quizá desconocido, entenderlo desde otro lugar. A veces, incluso, tuvo que dejar de ser hija para avanzar entre lienzos de una intensidad conmovedora. Pero, como el amor después del amor toma otro sentido, María logró darle sentido al arte después del artista.

“El Galpón”, como llaman íntimamente al espacio, promete convertirse en un punto de referencia en un barrio porteño que vive una transformación silenciosa. Quizás no solo renazca la obra de Waller: tal vez también esté gestándose un nuevo polo artístico y cultural capaz de acercar el arte —y sus movimientos— a más vecinos.

La inauguración del Espacio de Arte Billy Waller
Ese proceso íntimo, arduo y luminoso desemboca ahora en una noticia que marca un antes y un después: la inauguración formal del Espacio de Arte Billy Waller, un lugar dedicado a la puesta en valor, preservación y difusión de su obra.

El proyecto tuvo una antesala en la muestra íntima “La trastienda”, donde, a principios de noviembre, se presentó el detrás de escena de todo el trabajo que María, su familia y colaboradores llevaron adelante: un meticuloso proceso de conservación, restauración, investigación y catalogación de su producción.

“Hubo ruido y su forma aterrizó acá”
Ese recorrido culmina con la apertura de la exposición “Hubo ruido y su forma aterrizó acá”, una selección representativa y profundamente reveladora de su obra.

La exhibición retrospectiva fue diseñada gracias a la curaduría de María Waller y Lucía Ramundo. Su inauguración será el sábado 29 de noviembre y podrá visitarse hasta el 15 de marzo.
Dentro de la pintura de caballete, Waller encontró un ejercicio vital donde traducía en materia su vínculo con el entorno y con sus emociones. Lo que a primera vista podría parecer puramente abstracto se vuelve gesto, intensidad, forma viva. En su obra, lo sensible y lo técnico se entrelazan sin jerarquías. Su producción, vasta, rebelde y profundamente personal, recorre universos singulares que no se parecen a nada más que a sí mismos.

El riguroso proceso de investigación permitió identificar continuidades, rupturas y exploraciones que revelan a un artista sólido, libre y sorprendentemente heterogéneo, siempre comprometido con la experimentación. Fiel a esa búsqueda autónoma y sincera, el espacio abre sus puertas con el deseo de generar un diálogo entre su obra y el presente, convocando también a artistas y producciones contemporáneas que puedan resonar con ella.
Sobre Billy Waller
Billy Waller nació en Buenos Aires en 1964. Tras finalizar sus estudios secundarios ingresó al Centro de Artes Visuales, donde se formó en dibujo, pintura, escultura y grabado. Allí asistió al taller de Noé Nojechowicz, espacio en el que exploró el surrealismo y produjo una serie destacada de su obra.

En 1988 continuó su formación en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, donde fue alumno de Jorge Demirgian. Ese mismo año, junto a un grupo de artistas, formó el taller 2/17 en San Telmo, bajo la supervisión de José María Cáceres.
Desde entonces, su obra osciló entre dos lenguajes: la abstracción como vehículo de fuerza expresiva y la figuración como anclaje de lo humano dentro de esas tensiones.
Hacia 1990 instaló su propio taller, que mantuvo durante más de quince años. Aunque incursionó en la escultura, fue a partir de 2008 cuando retomó esa práctica de manera sistemática, trabajando junto a Alberto Delponti y, luego, en mármol con Beatriz Sotto García. En 2006 participó de la exposición colectiva Soho Telo Muestra, junto a artistas como Nicola Constantino, Florencia Rodríguez y Alberto Pasolini, entre otros.
A lo largo de su trayectoria, Waller expuso en espacios como el Centro Alfredo Fortabat, la Fundación Banco Patricios, el Centro de Arte Contemporáneo de las Naciones Unidas, el Salón de Otoño, el Espacio Giesso y la Biblioteca Ameghino. Obtuvo el primer premio en dibujo de la Fundación ARCHE, así como el primer premio en pintura en las Naciones Unidas y el Museo Víctor Roverano. El Salón de Otoño también le otorgó el segundo premio en pintura.
A partir de 1995 se alejó del circuito expositivo para dedicarse de lleno a la producción y a la enseñanza de dibujo y pintura en su taller. Su obra, extensa y prolífica, sigue revelando piezas que aparecen ocasionalmente en manos de amigos o antiguos alumnos.
En sus últimos años expuso en En contraste y en la feria BADA (Pilar, Buenos Aires). Tras su fallecimiento, en 2015, su familia organizó dos muestras homenaje, y el Museo Benito Quinquela Martín presentó una retrospectiva bajo la curaduría de Yamila Valeiras. Una de sus obras forma parte de la colección del Museo.
Información
Instagram: @artebillywaller
Visitas: con cita previa — +54 11 5976 7311
Mail: artebillywaller@gmail.com
Entrada: libre y gratuita
Dirección: Espacio de Arte Billy Waller — Cochrane 3140, Villa Pueyrredón, Ciudad Autónoma de Buenos Aires



