Durante años, el huevo fue injustamente señalado como un alimento que elevaba el colesterol y debía consumirse con moderación. Sin embargo, los avances científicos recientes derribaron ese mito y hoy vuelve a ocupar un lugar central en la alimentación saludable. Diversos estudios demostraron que su consumo no impacta negativamente en los niveles de colesterol en sangre y, por el contrario, aporta nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Compacto, versátil y accesible, el huevo es considerado un superalimento por su excelente perfil nutricional. Contiene proteínas de alta calidad, grasas saludables, vitaminas A, D, E y del grupo B, además de minerales como fósforo, hierro y selenio. “El huevo tiene una de las mejores combinaciones de nutrientes que existen en la naturaleza. Es fuente de colina, antioxidantes y aminoácidos esenciales, por lo que contribuye al desarrollo muscular, cerebral y óseo”, destaca la licenciada en Nutrición Mariela Pacho (MN 8021 / MP 3372) de DIM Centros de Salud.
Mito derribado: «El huevo sube el colesterol»
Durante décadas, la yema fue el villano de la nutrición. Hoy, la evidencia científica es contundente: «El consumo de huevo no aumenta significativamente el colesterol LDL (‘malo’) en personas sanas ni incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares», explica Pacho.
El cuerpo produce la mayor parte del colesterol en el hígado, no lo incorpora directamente de los alimentos. De hecho, el huevo contiene grasas insaturadas y fosfolípidos que ayudan a regular los niveles de colesterol. La verdadera amenaza está en las grasas saturadas y trans presentes en productos ultra procesados, frituras o embutidos.
Organismos como la Fundación Española del Corazón y la Asociación Americana del Corazón coinciden: una persona sana puede consumir un huevo al día (hasta siete por semana) sin riesgo cardiovascular.
Beneficios por edad
- En la infancia:
Aporta proteínas, hierro y colina esenciales para el crecimiento, el desarrollo cognitivo y la formación de huesos y músculos.
Su alta densidad nutricional lo convierte en un aliado clave durante los primeros 1000 días de vida.
- En adultos mayores:
Favorece el mantenimiento de la masa muscular y la salud ósea.
Su vitamina B12 y colina benefician la función cerebral y ayudan a reducir el cansancio.
Es fácil de digerir, económico y adaptable a cualquier plan alimentario.
Huevo de campo, orgánico o convencional: ¿hay diferencia?
La principal diferencia radica en cómo viven y se alimentan las gallinas:
– Orgánicos: sin hormonas ni pesticidas, con alimentación certificada y acceso libre al exterior.
– De campo o camperos: con acceso al aire libre, aunque su alimentación puede no ser orgánica.
– Convencionales: producción intensiva, más económica y sin impacto significativo en el valor nutricional del huevo.
«Ninguno es mejor desde el punto de vista nutricional: lo importante es la frescura, la conservación y la cocción segura», aclara Pacho.
Seguridad alimentaria: manipulación y cocción
La Salmonella es el principal riesgo asociado al huevo crudo o mal cocido, pero puede evitarse fácilmente:
– Comprar solo huevos con cáscara limpia y entera.
– Conservarlos refrigerados (menor a 4°C).
– No lavarlos antes de guardarlos: eso elimina la película protectora natural.
– Cocinar hasta que la clara y la yema estén firmes (mínimo 71°C).
– En preparaciones crudas (como mayonesas o postres), usar huevos pasteurizados.
Lejos de ser un enemigo, el huevo es un aliado de la buena alimentación. No eleva el colesterol y, por el contrario, aporta una combinación única de proteínas, vitaminas y minerales esenciales. Favorece el desarrollo y la función cognitiva, ayuda a mantener la masa muscular en los adultos mayores y se destaca por ser un alimento accesible, sustentable y fácil de incorporar a una dieta equilibrada. “Lejos de ser un enemigo, el huevo es un alimento funcional que combina salud, sabor y economía. Incluirlo regularmente en la dieta es una forma simple y efectiva de mejorar la calidad nutricional diaria”, concluye la Lic. Mariela Pacho.