
«La magia fue inmensa, participaron chicos desde 3 años donando cabello hasta los de 15 ayudando a hacer los carteles. Los chicos desde los 16 donaron por primera vez. Y además, el efecto multiplicador se sigue replicando: tanto el colegio como nuestro grupo recibimos llamadas de colegios que quieren replicar esta experiencia en sus comunidades», expresa Virginia Varas de OrganizadosxOli. «Estoy convencida que estas campañas cambian la vida de muchas personas, no sólo las beneficiarias directas, sino la de cada uno de los participantes y sus entornos. Mi hija de 5 años quiso donar pelo (mechón), se enteraron mis sobrinas (12 y 17) y quisieron donar también. A partir de ahí, las amigas de mis sobrinas, que tampoco sabían que podían donar pelo, quieren sumarse. Esa vocación de ayudar, que surge desde la empatía y de dar algo hermoso como es el cabello se multiplica y genera energía sin igual en las mujeres que hacen las pelucas, en las que la reciben, pero también en las familias que promocionan esos gestos. Pasar a la acción y la empatía, hace milagros y aporta luz en nuestra sociedad. Queremos poner de moda la donación de sangre y cabello. Queremos poner de moda acompañarnos ante el cáncer, una enfermedad súper temida y que cada vez encontramos a más personas que les toca atravesar».


