Vamos entrando de lleno en el otoño. Termina abril con su paulatina reducción de horas solares y su clima templado. Algunas especies encuentran su esplendor en estos días en nuestra zona:
- La Salvia leucantha es una de ellas. Se trata de un subarbusto originario de Méjico, con follaje grisáceo, piloso y aromático. Las ramas nuevas brotan con fuerza en primavera y comienza a florecer esporádicamente en verano. La caracteriza su prolongada y espectacular floración otoñal de curiosas inflorescencias afelpadas, flores blancas en cáliz púrpura o flores y cáliz púrpura. Fácil de cuidar y resistente a sol intenso, altas temperaturas y sequía, prefiere suelos con buen drenaje. Luego de alcanzar 1,20 a 1,50 m de altura, la parte aérea de la planta se afectará con las heladas. Es conveniente esperar a la primavera y el fin de las heladas para podarlas y comenzar un nuevo ciclo. Combina bien con gramíneas, con muchas de las cuales comparte su momento de esplendor.
- La Mulhlenbergia capillaris es la coprotagonista de esta nota. Originaria del este y centro de Estados Unidos, esta gramínea de la familia de las Poaceas crece en claros de bosque, al borde de caminos o en lugares cercanos a la costa en su hábitat natural. Midiendo de 30 a 90 cm de altura, comienza a florecer a finales del verano y alcanza su esplendor en el otoño con sus finísimas espigas florales rosadas repletas de minúsculas semillas, que dan a la planta un particularísimo aspecto plumoso, vaporoso, de neblina rosada a la distancia. Adaptable a varios tipos de suelo, siempre con buen drenaje, florece mejor a pleno sol. Tolera condiciones costeras y ventosas y resiste temperaturas apenas por debajo de 0, afectándose su follaje y rebrotando en primavera. Adecuada para jardines silvestres o de aspecto natural, resulta notoria en forma individual y adquiere una potencia visual impactante al agruparlas.
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