Adicciones

Adicciones

Por Lic. Constanza Bonelli

Una mirada psicoanalítica de la problemática de las adicciones, las entiende más como una cuestión que compromete éticamente al sujeto que como una enfermedad orgánica. Sin duda son un camino equivocado en la búsqueda de una protección frente a algo que no se comprende, una especie de refugio mágico, claramente equivocado. Una supuesta solución autodestructiva que el adicto encuentra para enfrentar su malestar. Para entenderla y tratarla es necesario trabajar sobre los conflictos intrapsíquicos de quienes están capturados en una adicción. Si bien la mayoría de los tratamientos que se utilizan en estos casos son terapias cognitivo-conductuales que intentan fundamentar el estatus de enfermedad de la adicción, el trabajo desde el psicoanálisis intentará descubrir el padecimiento singular que lleva a cada consumidor a la dependencia del tóxico (sustancias, situaciones, vínculos, etc.). 

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Existen distintos enfoques psicoanalíticos. Uno entiende la adicción como un “metaerotismo”, lo que significa un ataque a la organización sexual biológica en el que los estímulos excitantes producen una independencia de los modos habituales de gratificación, una especie de corrimiento que ubica la gratificación que genera el consumo en el lugar de la gratificación sexual adecuada. Se establece así una dependencia que restringe la libertad de acción del yo. 

Otro, define a la adicción como una “seudo perversión” en la cual la sustancia sustituye a la sexualidad. Freud decía que la masturbación era la primera adicción del sujeto de la cual se desprendían todas las demás. De esta manera también podemos pensar las adicciones como actos masturbatorios, autoeróticos, en los que el consumidor sólo se relaciona con la sustancia en busca de una gratificación individual. 

Según la intensidad de la pulsión de muerte, del sadismo que se desprende de ella en el sujeto que consume, la droga encarnará el papel de un objeto parcial de aspecto sádico o reparador. De ello dependerá que la adicción sea más nociva o más inocua. 

También podemos pensar la relación con la sustancia tóxica como si se tratara de un objeto fetiche, es decir, como un objeto privilegiado sobre otros en una relación con fijeza y exclusividad. 

No todo consumo significa una adicción y no todo consumidor puede ser un adicto. Esto dependerá de las herramientas psíquicas que haya desarrollado el sujeto a pesar de las dificultades que lo han llevado a relacionarse de esta manera con la sustancia/droga. 

Tratamiento:

La adicción no puede ser tratada sin la consideración de las causas psíquicas subyacentes. Aquí radica una diferencia entre la mirada del psicoanálisis y de la medicina respecto al entendimiento de esta problemática y al tratamiento que ofrecen. Lo más adecuado es, a mi entender, un trabajo interdisciplinario que aporte al adicto un sostén farmacológico si fuera necesario junto con el trabajo de lo psíquico.  

Existen centros de internación con terapias cognitivo-conductuales que en los casos graves son de gran utilidad ya que cuidan al paciente en los momentos más sádicos del consumo, ayudando a que se fortalezca el yo en el aprendizaje de nuevas conductas saludables mientras desaprende las otras, las sádicas del consumo más riesgoso. Junto con esto o inmediatamente posterior a la salida de la internación, una vez que el consumidor ha fortalecido su yo, ya está en condiciones de trabajar lo psíquico inconsciente que determina su padecimiento y su conducta adictiva dañina. Si no se encuentra en riesgo grande se puede comenzar trabajando de esta manera sin llegar a la internación. 

El mayor riesgo radica en que se trata de una conducta patológica que está determinada por un padecimiento psíquico, pero que una vez que se consume, por los efectos mismos de la sustancia, puede abrirse la posibilidad de tener nuevas problemáticas, incluyendo las que se desprendan de los efectos químicos de la droga.  

En cualquier caso, desde los más leves hasta los más graves, es muy importante tener presente que el consumo es riesgoso y necesita tratamiento. Además, suele ser una situación que compromete al núcleo familiar del que consume por lo cual la problemática es muy compleja.

En cuanto a los jóvenes, como padres tenemos que estar atentos, no temer ni negar las posibles situaciones de consumo, hablar y ofrecer ayuda en todo momento.

Lic. en Psicología UBA
Psicoanalista APA
Mat.: 31906
licbonelli@gmail.com / Ig: lic.constanzabonelli
Cel.:156-272-2973

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