
Este lugar data de 1906 cuando la familia turca Salomón se instaló con su único hijo en la ciudad de Ushuaia y fundó el único almacén del lugar.
Hoy funciona allí un restaurante, casa de té, museo y tienda. La historia cuenta que el único hijo de la familia tuvo 3 hijas y mantuvo el lugar intacto y cerrado por más de 40 años. Al heredarlo una de sus hijas, un conocido de la familia -Enrique Chasco, con quien tuvimos el placer de charlar- convenció a la heredera de abrirlo al público y transformarlo en lo que es hoy.

En una de las paredes del fondo, cuelgan en una vitrina los trajes de preso y carcelero, originales de la época. Los baños señalizados con ropa interior antigua, los pingüinos para el vino, juguetes antiguos, maquinas viejas, un lavarropa a manija con tambor giratorio… todo alrededor cuenta una historia y nos hace reflexionar de la importancia de preservarla a lo largo de los años, de cuidar el legado. En las paredes se siente viva a aquella familia, ligada al trabajo cotidiano, historia hecha a base de eso: trabajo.
Alejandro, uno de los mozos, nos fue relatando con pasión frente a mi intriga y preguntas, todo sobre aquel lugar.

Pudimos disfrutar de la pastelería del lugar y de un mate servido con todas las de la ley para que sea un clásico y perfecto mate argentino. Sin duda un imperdible de Ushuaia, un lugar que conserva la estética en su fachada tradicional y que si uno sabe observar hará que se lleve uno impregnado más que un recuerdo.
Por Mercedes Cordeyro




