“No sos vos, es él”

"No sos vos, es él"¡Bienvenidos a mi nuevo match!

Hace un tiempo me crucé con Felipe en el ciberespacio romántico y en seguida pegamos onda. Él es abogado, tiene 35 años y es un pibe que tiene las cosas tan claras que sabe lo que quiere. Digamos que se había “aburrido de la vida de soltero y estaba para algo un poco más estable”, por lo menos esas eran sus palabras. Si, ya sé lo que están pensando: “Este es un candidatazo”, y sí, no se los voy a negar, ¡lo era!

El chat con Felipe no duró mucho, en seguida tomó las riendas de la situación y me dijo de salir a comer. Yo acepté feliz, después de todo, las dos semanas que tuvimos de chat me había encantado y parecía un pibe ideal, pero sobretodo REAL. El jueves, el día del encuentro, Felipe me escribió temprano para decirme que un amigo de él había llegado antes de lo previsto de viaje y que paraba en su casa. Que su intención no era cancelarme la salida pero que si quería podía invitar a una amiga para salir de 4. ¡Enseguida empecé a mensajear a tooodas mis amigas! Una me tenía que venir a bancar, yo NO me podía perder esta cita. Por suerte Sole se copó y me dijo que sí. Automáticamente le escribí a él y le dije que iba con una amiga, que la cita seguía en pie.

Ese día salí de la oficina y me fui directo a lo de Sole a debatir nuestros looks y a reírnos un rato de esta previa a puro nervio adolescente. Después de todo, literalmente desde la adolescencia que nos salíamos juntas con dos pibes. Llegó la hora de la cita y encaramos el restaurant. Mientras yo manejaba, Sole iba stalkeando a Felipe para ver con qué posible amigo podía llegar a ir y también para conocerle la cara a “mi chico” y evitar confusiones.

Cuando llegamos, ellos ya estaban sentados esperándonos con unos tragos. A medida que me iba acercando a la mesa, Felipe pasaba cada vez más a un segundo plano y Gon, el amigo, tomaba protagonismo. ¡Es que no saben lo lindo que era! Parecía salido de una película. En seguida se levantó a saludarnos y nos corrió las sillas para que pudiéramos sentarnos cual caballero. Tenía una sonrisa espléndida y unos ojos azules que me encandilaron desde el minuto cero. Sin pensarlo y de casualidad absoluta, nos sentamos de manera tal que Felipe quedó en una punta y yo en otra.

La verdad es que no me importó nada. Yo había quedado al lado de Gon y estaba chocha. No sé por qué pero apenas lo vi sentí que era él y no Felipe el indicado para mí. La noche fue pasando y la situación era cada vez más obvia. Felipe no metía ni bocado en nuestra conversación y nosotros no podíamos parar de hablar y reírnos fuerte. Con solo una seña y miradas cómplices, Sole entendió que había flasheado con Gon y salió a bancarme como una genia. A pesar que Felipe tampoco le gustaba a ella, le empezó a sacar conversaciones de la galera para tener un poco de onda pero Pipe cada vez tenía más mala cara y no lo podía disimular.

Llegó el momento de irnos y Gon me dijo en secreto que tenía ganas de irse conmigo, que si yo quería se venía en mi auto. Yo estaba tan copada que ni pensé en que en realidad yo había ido ahí por el amigo. No registré nada y con una sonrisa le dije que obvio, que se fuera conmigo.

Cuando salimos del restaurant, Felipe se me acercó y me apartó un poco. “¿Qué onda que no me diste bola en toda la noche? A mí me seguís encantando. ¿Por qué no nos vamos juntos así pasamos tiempo solos?”. Obviamente me quedé dura: no quería saber nada con Felipe, no solo no me había gustado físicamente, sino que ni ahí tenía la personalidad y actitud que me vendió por chat, pero a la vez me parecía una guachada clavarlo e irme con el amigo.

Pero mientras pensaba qué contestarle, Gon me miraba de lejos con una sonrisa enorme y dejé de dudar. “Perdón Pipe, no sos vos, es él”, le dije sin dar vueltas.

Felipe se quedé duro, lo miró al amigo y se fue puteando. Gon tenía la cara desencajada, no entendía qué era lo que estaba pasando. Hasta que le dije, “Sorry, le dije que pegué onda con vos y no con él”. Me miró y me dijo: “Yo también pegué onda con vos, pero no sabía que le iba a caer así. Sorry pero no puedo irme con vos hoy”. Me dio un beso y se fue atrás del amigo.

Esta vez, tenía dos candidatos a falta de uno y me quedé sin ninguno. Sin dudas el sapo que no se transformó en príncipe en esta historia fui yo.

¿Alguna vez les pasó que pegaron onda con el amigo del que en verdad “tenía que gustarles”?

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