Hecha la ley, hecha la trampa

ABADI-WEB-2Todos hemos observado, primero con sorpresa y luego con indignación, que en los últimos años pocos casos importantes han sido satisfactoriamente resueltos mientras que las victimas parecían investigadas con la eficiencia del verdugo. El resultado ha sido una sociedad insensibilizada, que se siente impotente para modificar el curso de la historia, tanto para nosotros como para las nuevas generaciones.

Hoy tenemos la sensación de habitar un país donde el poder se ha apropiado de la ley para distorsionarla, y donde el latrocinio y la corrupción se han aliado para diseñar un mapa que ha borrado la ética y entronizado la impunidad. El resquebrajamiento de la ley, el abuso del poder, la impunidad, que muchos evidencian en ese “hacen lo que quieren” y la vivencia de sometimiento e impotencia en que queda anclado todo el resto han dado lugar a la aparición de ciertas patologías grupales, que van desde la identificación con los agresores o transgresores hasta la marginación y la indiferencia. No olvidemos la presencia de un creciente rencor, de resentimiento -con manifestaciones tanto auto como heterodestructivas- , así como de desconcierto y confusión.

La ausencia de la ley ha lesionado profundamente los derechos, la seguridad, la confianza en el otro, y ha fragmentado a un país que necesita cerrar sus heridas para constituirse como república. Y generar un proyecto que, como tal, debe ser compartido.

Durante algún tiempo, la esperanza de vivir en una sociedad donde la ley rigiera en forma plena parecía haberse agotado. Pero hoy vislumbra una mayor conciencia de que el ejercicio de la ley y de su funcionamiento efectivo es imprescindible, y no opcional. Puesto que sin ella y sin justicia, tampoco es viable el desarrollo económico, social y cultural de un país. Hoy sentimos que es posible recuperar esa praxis tendiente a definirnos como república y a conformarnos como ciudadanos.

Pensar este tema es pensar en conjunto, movidos por el deseo de tender lazos de comunicación en pos de un cambio profundo.

Cuando sabemos que el otro tiene el mismo ideal y el mismo anhelo, inevitablemente nos sentimos más fuertes para concretarlo. Escribir acerca de esto, plantear en unas páginas lo vivido y lo pensado, dejar presentes las dudas y preguntas, es una forma de aliarse a esa gran cantidad de hombres y mujeres en busca de una norma que haga de esta tierra un lugar de placer y con esperanzas de futuro.

*Extracto del libro “Hecha la ley, hecha la trampa” de José Eduardo Abadi y Diego Mileo.

Dr. José Eduardo Abadi

Medico-Psiquiatra-Psicoanalista

jeabadi@gmail.com

www.joseeduardoabadi.com.ar

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