Islas Malvinas

Islas MalvinasDesde el día que comenzamos a organizar el viaje a Malvinas sentíamos una emoción diferente a la que sentimos ante la planificación de otros destinos. Obviamente, la carga emocional era otra. El hecho de que saliéramos en barco hacia Malvinas y que el desembarco estuviera condicionado al clima, hacía que la ansiedad y la expectativa fueran aún mayores. Cuando uno llega por mar a Malvinas no siempre puede desembarcar. No hay muelle de llegada en el puerto para barcos grandes, y el viento es casi constante. Así que ya nos habían advertido que tal vez sólo veríamos las islas desde lejos… pero esa mañana el mar y el viento permitieron que nuestro sueño se hiciera realidad. Un mar inusualmente calmo nos permitió desembarcar en botes. Desde el mar, y a medida que nos acercábamos, era imposible no recordar la marcha que cantábamos en los actos escolares: «Bajo un manto de neblina no las hemos de olvidar…» Esta vez no era neblina, era una nube negra que nos recibió con lluvia torrencial. De todas maneras la emoción, ya en este momento, era incontenible.

Nuestro viaje había comenzado en Valparaíso, Chile. Ya habíamos visitado, a esta altura, muchos puertos: Puerto Montt, Chacabuco, Chiloé y, del lado argentino, Ushuaia. Muchos de estos puertos, detalle más detalle menos, eran similares entre sí, tanto geográficamente como en su arquitectura. Pero Malvinas, ya desde la orilla se perfilaba muy diferente. Su arquitectura europea, la presencia de las típicas cabinas telefónicas rojas, los autos, en su mayoría Land Rovers, diferenciaban este puerto de los anteriores. Y el idioma y la fisonomía de los lugareños terminaban de sellar estas diferencias.

Puerto Argentino, nombre dado por nuestro país, y Puerto Stanley, nombre otorgado por Inglaterra, es la capital de las Islas Malvinas y aunque existen varios pequeños poblados, Puerto Argentino es su única ciudad con una población de aproximadamente 2500 personas. Los mismos lugareños comentan con cierto humor que en la isla hay más ovejas que personas. De hecho, cuando todo el pasaje del barco desembarcó, aproximadamente 1500 personas, casi duplicamos la población del lugar. El número de habitantes mencionado no incluye al personal militar que se encuentra en una base al otro lado de la isla. La población civil hace la aclaración de que los militares viven aparte y hasta tienen su círculo social propio, cerrado, que no se mezcla con la población de Puerto Argentino. Tanto es así que en la base tienen su propio club social y sus actividades separadas de la ciudad.

Casi un 60% de la población nació en Malvinas, 35% desciende de británicos y hay un 5% descendiente de chilenos. A pesar de ser un territorio de ultramar de Gran Bretaña, Malvinas tiene un gobierno propio con una constitución local y se autofinancia. Gran Bretaña tiene simplemente la responsabilidad por su defensa y sus relaciones internacionales. La gente es muy amable con el visitante aunque siempre recuerdan, con mucho dolor y con resentimiento hacia los argentinos, el conflicto armado de 1982 que los dejó sumamente marcados y que en este abril cumple su 35º aniversario.

Destino difícil de llegar

A Malvinas se puede llegar por vía aérea: todos los sábados Lan vuela desde Santiago de Chile con escala en Puerto Arenas (unas seis horas en total) y una vez por mes ese mismo vuelo hace escala en Río Gallegos, Santa Cruz. También cuentan con vuelos desde Gran Bretaña con una escala técnica, lo que conlleva unas 18 horas de vuelo. También, como hicimos nosotros, se puede llegar por mar: más de 30 compañías de cruceros incluyen a las Islas Malvinas en sus itinerarios.

Al desembarcar en el pequeño muelle de la ciudad, además de dos somnolientos lobos de mar que dormían en el muelle, varias compañías de turismo nos dieron la bienvenida. El visitante puede optar por diversos tours. El más buscado por los turistas es el del conflicto armado con Argentina.

Este tour de cuatro horas, lleva al turista a visitar los campos de batalla y los monumentos recordatorios, además del cementerio. Otro de los tours disponibles es la visita a los pingüinos rock hoppers, o para los turistas más aventureros, hay tours de trekking por la isla.

También hay un city tour donde cuentan un poco acerca de su vida cotidiana en la isla. La actividad que más ingreso económico le da a las mismas son los permisos de pesca. La comercialización de la lana es el segundo ingreso más importante. Hasta no hace muchos años, los lugareños debían importar hasta las verduras, pero eran tan caras que poco a poco fueron aprendiendo a cultivar sus propias huertas en sus casas y hoy en día cuentan con varias a pesar del suelo árido de la isla. Al ser un pueblo chico todos se conocen; cuentan con una radio local que informa acerca de las novedades diarias, del clima y hasta de los viajeros locales que parten a otros destinos, por lo que todos los vecinos están enterados de quien ha salido de viaje y quien no. Esa misma radio funciona ante emergencias médicas. En el caso de que alguien necesitara una atención más compleja de la que puede proporcionar el hospital de la isla, los pacientes son trasladados en vuelos sanitarios a Punta Arenas o a Montevideo. Antes del conflicto de 1982 esos vuelos sanitarios se hacían con aviones argentinos hacia territorio argentino.

Otra de las características interesantes que nos comentaron es que en la isla no hay partidos políticos, sólo un pequeño grupo de habitantes se postulan por un período determinado y los mismos vecinos los votan. La escolaridad llega hasta el secundario, por lo que los estudiantes que deseen seguir sus estudios los realizan (pagados por el gobierno malvinense) en Inglaterra, en Chile o en Uruguay.

El mismo city tour realiza un circuito por la isla que va desde un barco hundido hasta la casa del gobernador, quién es el representante de la reina de Inglaterra en la isla y cumple su funciones durante cuatro años. Visitamos además un sitio muy interesante: el Historic Dockyard Museum donde hay un recorrido completísimo de la vida de la isla, desde la fauna, la flora, maquinarias de granja, implementos de la vida de los primeros habitantes, indumentaria y utensilios de los años 1840 aproximadamente.

Una de las visitas obligadas es la impactante iglesia anglicana que se encuentra saliendo del muelle de entrada sobre la calle costanera. En la entrada de esta iglesia se encuentra un arco realizado con las mandíbulas de dos ballenas, que es uno de los lugares típicos para sacarse una fotografía. La iglesia impacta por su hermosura, en especial por sus interiores en maderas y sus enormes vitrauxs.

La ciudad consta de pocas cuadras y se puede recorrer fácilmente a pie. Vale aclarar que a pesar de ser verano la temperatura no superaba los 9°C, por eso antes de empezar nuestra caminata nos dirigimos a la chocolatería por un chocolate caliente. Una vez terminado el tour almorzamos en uno de los pubs característicos, bien inglés. En el pub que nosotros fuimos no había menú, sino que el plato principal y único, es el típico fish and chips.

A pesar de ser una ciudad muy pequeña y de haberla recorrido casi en su totalidad en pocas horas, nos quedamos con muchas ganas de algún día cercano poder volver a nuestra querida Perla Austral.

Texto y fotos: Laura Soiza

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