El mundo al alcance de un click

Gallaretas31.09webInternet comenzó a ser utilizada a mediados de la década de los 80 y se popularizó mientras corrían los 90. Unos diez años más tarde, ya la usaban miles de millones de personas. Se calcula que más del 40% de la población mundial utiliza internet y se espera un crecimiento exponencial de la cantidad de usuarios. Hoy en día existe una gran cantidad de redes sociales: facebook, twitter, linkedin, youtube, whatsapp, instagram, snapchat, spotify pinterest, entre otras. Según la edad del usuario variará la utilización de una u otra de las opciones. Google es una empresa que se ocupa de organizar la información mundial con el objetivo de lograr que ésta sea útil y accesible para todo el mundo. Fue creada en 1998. Hoy es el sitio de internet más visitado del planeta y se calcula que recibe aproximadamente unas 39.000 consultas por segundo a nivel mundial. Cuenta además con 20.000 millones de webs y unos 425 millones de usuarios de gmail.

Tantos datos y números sólo los expongo para que tomemos dimensión de la importancia que este cambio cultural tiene en el comportamiento de los individuos. Esta realidad que vivimos hace unos veinticinco años y que podemos llamar “la era de la información” o “era digital” es una realidad que existe como tal, que no podemos negar ni cambiar. Sólo propongo hacer una lectura sobre lo que implica este cambio cultural. Vivimos en la era de la información. El acceso a la red nos permitió algo antes imposible de realizar: el acceso a una cantidad de información sin límites geográficos, ni de tiempo, y al alcance de todos.

Este acceso a la información sin restricciones generó una serie de cambios en las costumbres cotidianas y laborales. Muchos de esos cambios fueron sumamente favorables y otros no tanto. Lo que vemos a favor, sobretodo en el medio laboral, es la rapidez en la concreción de tareas. Además, los dispositivos inteligentes con los que contamos nos permiten tener permanentemente al alcance de nuestras manos todo tipo de información que necesitemos para nuestra tarea laboral por lo cual podremos trabajar en el  sitio en el que nos encontremos sin tener que estar físicamente presentes en las oficinas. Esto resulta en una gran ventaja sobre todo en los trabajadores con cargos más importantes que pueden tomar decisiones casi instantáneamente en el lugar en el que estén ya que toda la información necesaria para tal fin la llevan siempre consigo. Para los trabajadores en puestos de menor rango les permite estar siempre en contacto con todo lo relacionado a su labor. Esto mismo se nos presenta muchas veces como una desventaja ya que la permanente conexión, esta que tiene sus beneficios, puede atentar contra la privacidad y los tiempos libres de los empleados y ejecutivos. Este punto es uno de los cambios fundamentales en las costumbres de los individuos desde que comenzó la era digital.

Si bien el cambio de la era informática nos concierne a todos, cada generación tendrá una relación diferente con la tecnología. Encontramos la generación Z, aquellos nacidos del 2002 hacia el presente, puramente “digitales”; la generación Y, nacidos entre 1982 y 2001 aproximadamente, que se relacionan con facilidad a la informática; la generación X entre 1961 y 1981, que con esfuerzo intentan comprender y utilizar los instrumentos disponibles en esta era; y continúa una serie de generaciones que responden a distintos nombres según las características sobresalientes de cada época. Cada generación reacciona de un modo distinto a la permanente información frente a la cual nos vemos estimulados cotidianamente mediante las distintas redes sociales. Este estímulo constante modifica el tipo de procesamiento de pensamiento que utiliza el individuo. No sólo el tipo de pensamiento, sino la comunicación han cambiado sustancialmente. El pensamiento tiende a ser más superficial, ya que se trata de acumular la mayor cantidad de conocimientos posibles y eso, inevitablemente, hace que podamos profundizar menos y que la comunicación tenga características diferentes a la que podemos tener en un encuentro personal. Por otro lado se pierde individualidad en la medida en que somos una parte mínima en un conglomerado social, la red. El contacto personal pierde lugar frente a los mensajes de texto que pueden contestarse en forma diferida, perdiendo de este modo el feedback de la comunicación cara a cara. Se pierde además todo lo emocional que queda por fuera de las palabras pero que claramente percibimos en el encuentro tangible con el otro. Podemos decir a la vez que este tipo de comunicación, aunque en un punto es más impersonal, tiene a su favor la posibilidad de conectarnos con quien sea a cualquier distancia a la que nos encontremos. Aquí podemos ver que ha cambiado el concepto de soledad. Estamos siempre conectados entonces nunca estamos solos, pero muchas veces nos conectamos con muchas personas en la soledad de una habitación. Es una paradoja de este nuevo tipo de comunicación. Pero en este cambio sustancial de nuestra cultura podemos encontrar también excesos no saludables, entre ellos la hiperconectividad.

La hiperconectividad es un concepto que se refiere a  la necesidad de estar permanentemente conectados a un dispositivo electrónico. Esta nueva era que nos llena de información inmediata a cada instante claramente nos atrae. No sólo los beneficios visibles nos seducen a ingresar en esta red de súper información instantánea. Existen fenómenos no visibles que nos mantienen conectados. Entre ellos podemos señalar que el cerebro humano responde con la segregación de dopamina mientras se encuentra en la búsqueda de algo. Cualquier búsqueda nos genera una sensación placentera que se explica por esta hormona que segregamos. Otra sustancia primordial que funciona en nuestro gusto por la net es la adrenalina que segregamos frente al exceso de información recibida en cada notificación de cada red social a la cual pertenecemos. Es esa excitación que sentimos con cada mensaje, esa necesidad de saber qué fue lo que llegó a nuestro dispositivo. Vemos así que intervienen funcionamientos cerebrales que explican un aspecto de nuestro gusto por participar de esta nueva cultura de estar conectados. De un modo similar podemos explicar esta situación si pensamos en el motor mismo del aparato psíquico, es decir, lo que inspira a nuestro mundo de pensamientos, emociones y acciones, aquellas que conocemos y las que no conocemos de nosotros mismos cuyo motor es el deseo, que al igual que la hormona dopamina, encuentra satisfacción en la “permanente búsqueda”.

No sólo el funcionamiento cerebral y psíquico nos explica la situación. También encontramos una explicación si pensamos en lo conductual, es decir, lo que elegimos conscientemente, aunque claro está, siempre influenciado por nuestro inconsciente y nuestro cuerpo. Como todo cambio cultural, lo que está bien visto hoy no es lo mismo que lo que importaba antes. En el mundo globalizado en el que vivimos, es un buen signo y habla bien de nosotros mismos estar permanentemente informados y en contacto con la última noticia. Es una exigencia social. Por otra parte, el incesante chequeo de dicha información nos mantiene ocupados y, aunque más no sea en algo trivial, nos hace ver como personas que están haciendo algo, y en la cultura de hoy eso es algo muy valorado.

Lamentablemente, aquí también el individuo corre riesgos de pasar los límites del autocontrol y podemos hablar de una adicción a la hiperconexión. Esta adicción se denomina “Nomofobia” y se describe como el temor a no tener el celular en la mano. Es la adicción a la conectividad permanente. Teniendo en cuenta los procesos cerebrales, psíquicos y conductuales que están relacionados a la conectividad es comprensible que puedan pasarse los límites y encontrarnos entonces con una adicción. Sin llegar al límite de lo que denominaríamos propiamente adicción, existen estadíos previos en los cuales los individuos pueden padecer ansiedad al no poder conectarse. Es lo que sucede habitualmente cuando se cae el sistema y pareciera que se cae el mundo, o cuando por algún motivo no podemos utilizar el celular.

Teniendo en cuenta que el exceso de conexión puede enfermarnos es importante tener presente dicha situación y encontrar límites saludables en el uso de internet en todas sus variables. Los que somos mayores podemos ver esto tal vez con más claridad que los niños y adolescentes nacidos en esta era. Además, es tarea nuestra enseñarles a los chicos un uso apropiado y medido de las redes sociales. No sólo por el riesgo de caer en un abuso de conectividad sino por un cuidado personal. Aquí entramos en otro tema que no es menor.

Es importante saber utilizar las redes sociales sin ponerse en riesgo. Son numerosos los casos de situaciones criminales que se dieron por contactos en la red con supuestas personas normales que resultaron ser psicópatas. Cuidar la privacidad es esencial en este tipo de relaciones con conocidos virtuales, es decir, desconocidos. Los jóvenes cuentan amigos de a cientos o miles por los contactos de las redes. Lejos de parecerse a una amistad personal es lo que hoy tienen, son las nuevas relaciones y tienen que estar atentos padres e hijos.

Otro cambio cultural llamativo es el relacionado a las redes sociales como Tinder y otras similares que ponen en contacto a distintos usuarios que se eligen y encuentran para tener relaciones sexuales casuales, mostrando un cambio de paradigma en lo que concierne a las relaciones humanas.

Un tema relevante a la hora de pensar en la era de la conectividad global es cuestionarnos sobre el objetivo real que podemos encontrar detrás de esta creación. No nos olvidemos que en cada participación nuestra en cualquiera de las opciones de internet antes mencionadas, ofrecemos al buscador una serie importantísima de información personal que luego es utilizada con fines comerciales. Desde cada una de nuestras redes damos información de nuestras costumbres, gustos, actividades, y luego recibimos, tras una selección, publicidad específica que coincide con nuestras elecciones. Si quisiéramos poner un precio a la información que cotidianamente brindamos, sería incalculable.

Otro tanto nos queda por reflexionar sobre el significado de recabar información personal sobre cada individuo del planeta y los usos que se pueden hacer sobre esa información. Sin darnos cuenta perdemos potestad sobre nuestra privacidad y la ponemos en manos de otros sin saber bien qué utilización le darán.

                  

Por Lic. Constanza Bonelli

licbonelli@gmail.com

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